Escuela española de finales del siglo XVI-principios del XVII.
"San Roque".
Óleo sobre tela.
Medidas: 91 x 51 cm.; 103 x 64 cm.(marco).
Esta pintura devocional rinde homenaje a la figura de San Roque, patrón de los apestados y símbolo por excelencia del peregrino cristiano. La composición responde a los cánones del lenguaje renacentista tardío, ya preñado de ciertos presagios del tenebrismo que habría de florecer en el Barroco.
El santo se erige en el eje vertical de la obra, ocupando casi en su totalidad el encuadre, lo que confiere a su presencia una imponente centralidad icónica. Se presenta ataviado con la túnica del peregrino (de un rojo profundo, símbolo de caridad y martirio) y una capa oscura, casi negra o grisácea, que otorga gravedad al conjunto. Eleva discretamente la túnica hasta la rodilla, descubriendo la llaga milagrosa, testimonio de su padecimiento y redención.
A sus pies, el perro fiel remite al episodio hagiográfico en que la Providencia socorre al santo a través de la lealtad animal. El fondo, aunque apenas esbozado, sugiere un paisaje agreste, reducido a su mínima expresión por la monumentalidad de la figura. Sin embargo, este leve destello del mundo terrenal se ve sublimado por un cielo de nubes tenues, surcado por un tímido rompimiento de gloria: un rayo solitario, símbolo del favor divino, atraviesa una nube como anuncio de trascendencia.
La obra, en su sobriedad compositiva y expresividad contenida, se inscribe dentro de una espiritualidad contrarreformista, donde la devoción se manifiesta no tanto en el dramatismo como en la dignidad estoica del sufrimiento santificado.