Escuela holandesa; finales del siglo XVII.- principios del siglo XVIII.
“Personaje masculino”.
Óleo sobre tabla.
Medidas: 31 x 25 cm; 52,5 x 46,5 cm (marco).
La obra muestra a un caballero erguido, en posición de pie y con porte aristocrático, apoyado en un bastón, mientras porta un sombrero adornado con pluma, accesorio que responde a la moda cortesana y al refinamiento de la élite social de la época.
El personaje se sitúa ante un paisaje esbozado, un recurso frecuente en este tipo de composiciones, donde el entorno no pretende competir con la figura, sino sugerir un marco de nobleza y amplitud. Este uso del paisaje como fondo responde a la voluntad de insertar al individuo en un contexto simbólico, en el que la naturaleza idealizada y el gesto altivo refuerzan la imagen de prestigio y distinción.
El retrato holandés de este periodo había alcanzado un desarrollo notable, caracterizándose por su atención al detalle, su realismo psicológico y su capacidad para combinar la fidelidad a los rasgos del modelo con un lenguaje visual de representación social. Si bien en la primera mitad del siglo XVII predominó un retrato más sobrio y de clara raíz calvinista, en las últimas décadas del siglo y en el tránsito hacia el XVIII se aprecia una creciente influencia barroca internacional, con mayor teatralidad, gestualidad más abierta y una puesta en escena que enfatiza el rango y la condición del retratado.