Escuela novohispana; principios del siglo XVIII.
“Cristo Vera efigie”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Presenta restauraciones.
Medidas: 114 x 81 cm.
Obra devocional que sigue el modelo pictórico del Señor de los Temblores, venerado en la Catedral de Cuzco. De acuerdo con la tradición, fue en 1650, tras un violento terremoto que sacudió la ciudad, cuando la imagen recibió el nombre por el que hoy se la conoce. La obra fue llevada en procesión para implorar el fin del desastre, y se cuenta que el sismo cesó tras su paso, lo que consolidó su fama milagrosa y propició la expansión de su culto en diferentes regiones del virreinato y del continente americano.
En esta advocación el Cristo representado presenta un tono de piel muy oscuro. Esta apariencia se debe, probablemente, al uso de una paleta cromática reducida. Según fuentes históricas, este modelo llegó al Cuzco en el siglo XVI, posiblemente como un regalo de la Corona española , atribuyéndose su envío a Carlos V o Felipe II, en el marco de las políticas de evangelización de los pueblos andinos. Se cree que vino a sustituir una representación anterior de Cristo conocida como el de la Buena Muerte, manteniendo ese nombre durante varias décadas hasta el famoso terremoto que transformó su denominación y su papel en la vida ritual de la ciudad.
El hecho de que las comunidades indígenas lo nombren Taitacha Temblores , donde “Taitacha” es un vocablo quechua utilizado para designar santos o deidades, evidencia la apropiación cultural y el sincretismo religioso que caracterizan a esta devoción.
Cabe citar que durante la dominación colonial española, se desarrolló una pintura principalmente religiosa, destinada a cristianizar a los pueblos indígenas. Los pintores locales tenían como modelo las obras españolas, que seguían de forma literal en cuanto a tipos e iconografía. Los modelos más frecuentes fueron los ángeles arcabuceros y las vírgenes triangulares, sin embargo, en los primeros años del siglo XIX, ya en tiempos de la independencia y apertura política de algunas de las colonias, varios artistas comenzaron a representar un nuevo modelo de pintura con una identidad propia, como en este caso concreto. Ya que en esta obra se pueden apreciar diferentes imágenes en las que se representan tipos populares, que desarrollan faenas relacionadas con la tradición local.