Escuela flamenca; siglo XVII.
“Anunciación”.
Óleo sobre cobre.
Posee marco del siglo XIX:
Medidas: 46 x 36.5 cm; 55 x 50 cm (marco).
Esta obra flamenca del siglo XVII, ejecutada en la técnica del óleo sobre cobre, representa con intensidad emocional y minucioso detalle uno de los episodios más trascendentales del cristianismo: la Anunciación. En ella, el momento en que el Arcángel Gabriel comunica a la Virgen María la encarnación del Verbo se convierte en un drama visual contenido, pero profundamente simbólico y devoto, tal como exigía la sensibilidad espiritual y estética del arte contrarreformista de la época.
La escena se desarrolla en un interior arquitectónico apenas sugerido, donde lo simbólico y lo celestial priman sobre lo escenográfico. El ángel Gabriel, de rostro juvenil y expresión solemne, se presenta en actitud dinámica, con una mano alzada hacia lo alto y la otra extendida hacia María. Viste túnica verde con toques dorados y una capa rojiza que añade dramatismo al gesto y al movimiento. Su pie izquierdo se apoya en una nube, indicando su procedencia celestial y subrayando la irrupción divina en el espacio terrenal.
María, ubicada a la derecha, se muestra serena y contenida, con la cabeza ligeramente inclinada y la mano derecha sobre el pecho, gesto tradicional de aceptación humilde ante la voluntad divina. Sus vestiduras, en ricos tonos de rojo y azul, reflejan su doble naturaleza como madre de Dios (el rojo del amor divino) y figura de pureza (el azul celestial). Frente a ella, sobre un atril, se encuentra un libro abierto: alusión a las Escrituras y símbolo de su sabiduría y su papel como nueva Eva, receptora y cumplidora de la profecía.
En la parte superior, se despliega la escena celestial: Dios Padre emerge entre nubes cargadas de luz, acompañado de querubines y ángeles que portan símbolos de la Pasión, como los clavos y la cruz, anticipando el destino del hijo anunciado. El Espíritu Santo, en forma de paloma luminosa, desciende hacia María, rodeado de un halo dorado que irradia gracia, cerrando así el ciclo trinitario que fundamenta el misterio de la Encarnación.
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