Escuela flamenca del siglo XVI. Seguidor de GABRIEL FRANCK (Países Bajos, c. 1590 - 1639).
“Ecce Homo”.
Óleo sobre tabla engatillada.
Medidas: 64,5 x 49,5 cm.
Estilísticamente este Ecce Homo puede relacionarse con las pinturas de Gabriel Franck, pintor de personal estilo cuyas obras también llegaron a España. Podemos observar a Cristo que acepta con rostro sereno su destino adoptando una actitud piadosa que enaltece su figura. Retratado solo su busto largo, su monumental cuerpo destaca sobre un fondo neutro, que adelanta ya lo que será una de las características estéticas más relevantes para la corriente tenebrista del barroco. De un modo audaz el artista introduce este fondo neutro con la intención de crear una imagen de mayor intimismo y calidad simbólica. Sin embargo, no abandona las características estéticas propias de los primitivos flamencos, fundamentada en la calidad de los materiales y el cuidado detallismo. En esta obra se representa el tema del Ecce Homo, muy corriente en este tipo de pinturas. De composición sencilla y clara, con el rostro de Cristo en primer término, la ausencia de detalles narrativos ahonda en el poder expresivo y el pathos, pensado para conmover el ánimo del fiel que ora ante la imagen, dentro de un sentido tremendista muy propio del barroco en los países católicos. El tema del Ecce Homo pertenece al ciclo de la Pasión, y precede al episodio de la Crucifixión. Siguiendo esta iconografía, se presenta a Jesús en el momento en que los soldados se burlan de él, tras coronarle de espinas, vestirle con una túnica púrpura (aquí roja, color simbólico de la Pasión) y colocarle una caña en la mano, arrodillándose y exclamando “¡Salve, rey de los judíos!”. Las palabras “Ecce Homo” son las pronunciadas por Pilatos al presentar a Cristo ante la multitud; su traducción es “he aquí el hombre”, frase mediante la cual se mofa de Jesús y da a entender que el poder de Cristo no era tal frente al de los dirigentes que allí le estaban juzgando.