Atribuido a PAOLO FIAMMINGO (Amberes, hacia 1540 – Venecia, 1596)
“Alegoría del oído”.
Óleo sobre lienzo.
Medidas: 90 x 75 cm; 99 x 84,5 cm (marco).
Esta escena representa con refinamiento uno de los temas más cultivados por la pintura manierista y barroca: la personificación de los sentidos. En este caso, el oído se encarna en una figura juvenil que toca un laúd en un jardín idealizado, acompañada de partituras y otros instrumentos musicales, símbolos evidentes de la percepción sonora. En el fondo, un grupo de personajes conversa y escucha, mientras un pequeño Cupido apunta su flecha desde el cielo, aludiendo al poder del sonido como vehículo de amor y placer. Este tipo de alegorías, muy del gusto de la época, unían deleite sensorial y significado moral, expresando la armonía entre los sentidos y el intelecto. El estilo de Paolo Fiammingo, colaborador del taller de Tintoretto, se manifiesta en la rica composición escenográfica, el equilibrio entre figura y paisaje, y la luminosidad cálida que envuelve las formas. Su pincel, minucioso pero ágil, combina la herencia flamenca en el gusto por el detalle con la amplitud espacial y el colorido veneciano, logrando una obra que exalta tanto la sensualidad de la música como la sofisticación intelectual del arte alegórico renacentista.
Paolo Fiammingo fue un pintor flamenco que desarrolló la mayor parte de su carrera en Italia. Su nombre aparece por primera vez registrado en el Gremio de Pintores de Amberes en 1561, aunque se desconoce quién fue su maestro en esa ciudad, entonces muy influida por las corrientes artísticas italianas que introdujeron Frans Floris y Martin de Vos.
Como muchos artistas del norte de Europa, viajó a Italia, donde se cree que pasó un tiempo en Florencia y entró en contacto con los pintores vinculados al studiolo de Francisco I de Médicis. Finalmente se estableció en Venecia, ciudad en la que trabajó desde la década de 1580 y donde formó parte de la Cofradía de Pintores entre 1584 y 1596.
En Venecia colaboró con Jacopo Tintoretto, cuya influencia se aprecia en gran parte de su producción. Fiammingo se especializó en composiciones narrativas de temas históricos, mitológicos y alegóricos, destacando además por su sensibilidad hacia los paisajes y las escenas naturales, aspecto que anticipa el desarrollo posterior de este género pictórico.
El Museo del Prado conserva cuatro obras suyas procedentes de las colecciones reales, una serie de escenas campestres que representan alegóricamente las cuatro estaciones.
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