PIETER MEULENER (Amberes, 1602–1654).
"Escena de batalla".
Óleo sobre cobre.
Firmado con monograma en la parte inferior.
Medidas: 38 x 57 cm.; 57 x 72 cm.(marco).
En un amplio paisaje flamenco de carácter panorámico, se desarrolla una escena de combate ecuestre, representativa de la maestría de Pieter Meulener en el género de batallas. En primer término, un asaltante armado con rifle o mosquete apunta con determinación hacia un jinete que, sorprendido, abre la boca en gesto de furia, acentuando la tensión dramática del momento. A su alrededor, el ejército avanza veloz por el camino de tierra,, mientras algunos aparecen ya caídos de sus monturas o se confunden entre el polvo y el tumulto del combate.
Tras una franja arbolada, donde se encuentra el francotirador, se insinúan otras figuras ocultas, preparando una emboscada, mientras los grupos de caballería se dispersan por el terreno.
El paisaje, de tonalidades frías y atmósfera brumosa, responde al gusto flamenco del siglo XVII, con cielos amplios, horizontes lejanos y una cuidada transición de luces que dota de profundidad a la composición.
La obra combina la energía narrativa del barroco flamenco con el sentido descriptivo heredado de la tradición paisajística de Rubens y Snayers, ofreciendo una visión vibrante y dinámica de la guerra a caballo.
Pieter Meulener fue hijo de Jan de Meuleneer o Molenaer, de quien consta que en 1598 se había inscrito en el gremio de pintores de Amberes y que falleció allí en 1645, pero de quien ninguna obra se conoce. En 1631 Pieter se inscribió en el gremio como hijo de maestro, posiblemente con objeto de contraer matrimonio como maestro independiente, aunque es probable que siguiese trabajando en el taller paterno durante algún tiempo, pues las primeras obras firmadas no aparecen hasta años después, para quedar comprendidas en su mayor parte entre los años 1642 y 1654, momento en el que Meulener debió de adquirir buena reputación como pintor de batallas y de paisajes.
En algunas de sus primeras obras, en particular en aquellas que tienen cierto valor documental, como la Entrada del cardenal-infante don Fernando de Austria en Amberes el 17 de abril de 1635 (Ámsterdam, Instituut Collectie Nederland), todavía se vale de los fondos de paisaje abruptamente elevados a la manera de Sebastian Vrancx, con una línea de horizonte muy elevada para permitir una visión casi topográfica del terreno, pero son más habituales en su producción los combates imaginarios, como los siete pertenecientes al Museo del Prado, concebidos con mero valor decorativo y con un punto de vista más natural, horizontes bajos e integración de las figuras en el paisaje con el que parecen fundirse.
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