Escuela italiana; primer tercio del siglo XVII.
“Adoración de los pastores”.
Óleo sobre ágata.
Presenta faltas y restauraciones.
Medidas: 215 x 30 cm; 33 x 40,5 cm (marco).
En esta obra se representa un tema clásico en la Historia del Arte, el de los pastores adorando al Niño Jesús recién nacido en el portal de Belén. Se trata de una escena que se presta a ser interpretada como una amplia composición con numerosos personajes, trabajada en clave costumbrista, rasgo que fue muy del gusto de los pintores barrocos, que buscaban ante todo un arte natural y cercano, que conmoviese el ánimo del fiel y le hiciese sentirse cercano a lo que se representaba en el lienzo, a la historia sagrada. De este modo, los elementos divinos se reducen al mínimo. En el centro de la escena vemos a la Virgen arrodillada ante el Niño despierto en su cuna, levantando el velo que lo cubre para que los pastorcillos puedan contemplarlo, y adoptando un gesto completamente cotidiano que realza el vínculo entre madre e hijo. Junto ellos se observa la figura de José. Tanto María como José aparecen de perfil. El resto de la composición se completa con la presencia de varios pastores, situados en diversos planos de profundidad, pero enfatizando una composición circular abierta en primer término, de tal modo que el autor introduce al espectador en la escena.
Esta pieza se enmarca dentro de la escuela italiana que toma sus referencias del clasicismo grecolatino y del renacimiento de principios del siglo XVI. Su estilo se basa en el estudio de la verdad natural sin abandonar cierta idealización. Es interesante mencionar el soporte de esta obra ya que desde el siglo XVI, comenzó a popularizarse el uso de las piedras como base para la pintura, ejemplo de ello daba cuenta la exposición celebrada en el Museo del Prado, en el año 2018 “In lapide depictum”, la cual reunía un conjunto de nueve obras realizadas sobre piedra monocroma, pizarra y mármol, realizadas por artistas como Piombo, Tiziano, Daniele da Volterra y Leandro Bassano. En este caso concreto la expresividad del alabastro contextualiza la escena creando una atmosfera cálida y suave que contrasta con el dramatismo de la temática y aporta un mayor protagonismo a las monumentales figuras que conforman la imagen.
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