Pintor de corte de Luis XIV, posiblemente PIERRE MIGNARD (Troyes, Francia, 1612- París, 1695).
“Retrato de Madame Montespan”.
Óleo sobre lienzo.
Reentelado. En buen estado.
Marco del siglo XIX con leves faltas.
Un retrato muy similar a la obra en licitación pertenece a la colección del Palacio de Versalles.
Medidas: 72 x 56 cm; 92 x 72 x 7 cm (marco).
Françoise de Rochechouart de Mortemart (nacida el 5 de octubre de 1640), conocida como la marquesa de Montespan o Athénaïs, fue una figura central de la corte de Luis XIV. Tras recibir una esmerada educación y casarse con el marqués de Montespan en 1663, su vida cambió al ser nombrada dama de compañía de la reina. En 1666, se convirtió en la amante oficial del Rey Sol, manteniendo una relación de doce años que resultó en siete hijos no legitimados. Su influencia en la corte fue inmensa, pero su posición fue amenazada por el partido devoto y, finalmente, socavada por su propia rival: la institutriz de sus hijos, Madame de Maintenon. Con la edad y los embarazos afectando su físico, Luis XIV se alejó, y la derrotada Madame de Montespan se retiró a París, donde murió en 1707.
Si bien no conocemos con exactitud la autoría de esta obra, podemos relacionar la con la mano de Pierre Mignard, pintor especializado en retratar a Luis XIV, a la reina, y a los miembros más influyentes de la corte. Sus retratos del rey son famosos por presentar una imagen de majestad y poder.
Su primera formación tuvo lugar junto a Jean Boucher en Bourges y después, en 1633, pasó al estudio de Simon Vouet en París. Dos años más tarde tomó el camino de Roma, adonde llegó en 1636 y donde permanecería más de veinte años, hasta octubre de 1657. Allí se relacionó con los mayores abanderados del idealismo clásico, como Domenichino o Nicolas Poussin, cuya pintura se basaba en el estudio de las esculturas de la Antigüedad y en las obras de Rafael pasadas por el tamiz de Annibale Carracci. Sin embargo, Mignard no dejó de estar atento a otras novedades en las tendencias de la pintura romana de su tiempo, como fue el neovenecianismo. El interés por los grandes maestros vénetos del siglo anterior se manifestó con tanta fuerza que le impulsó a realizar un viaje a la ciudad lacustre y al norte de Italia por los años 1654 y 1655. En 1657 regresó a Francia, pasando por Aviñón y Fontainebleau -donde retrató a Luis XIV- antes de llegar a París. Fue el retrato el género en el que destacó, y obtuvo una gran reputación con las representaciones de destacados personajes de la corte en elegantes composiciones alegóricas. Tampoco desdeñó la pintura histórica, el género más honorable según los postulados académicos contemporáneos; al mismo tiempo realizó obras de gran empeño, como la decoración de la cúpula de la abadía de Val-de-Grâce (París) para Ana de Austria en 1663, donde pudo aplicar las enseñanzas de Giovanni Lanfranco que había recibido en Roma. La muerte del ministro Colbert hizo declinar la indiscutible fortuna de que había gozado hasta el momento el primer pintor Charles Le Brun y la subida al poder de Louvois, protector de Mignard, le colocó en una posición ideal en la obtención de las recompensas regias. A partir de entonces, su éxito cortesano no hizo más que aumentar y la muerte de Le Brun en 1690 le convertiría en primer pintor del rey y director de la Academia. El Museo del Prado conserva varias obras relacionadas con Pierre Mignard, procedentes todas de las colecciones reales.
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