Atribuido a MATEO CEREZO (Burgos, 1637 - Madrid, 1666).
“Asunción”.
Presenta restauraciones.
Presenta etiqueta informativa en la trasera.
Medidas: 83,5 x 62 cm; 101 x 80 cm (marco).
La composición, de acusado dinamismo barroco, presenta a la Virgen elevada sobre una nube de querubines, envuelta en una atmósfera luminosa y vibrante, construida mediante una pincelada suelta y rica en matices cromáticos. La fluidez del color, el delicado modelado de los rostros infantiles y la elegancia de los paños sitúan la obra en plena sintonía con la obra de Mateo Cerezo.
La calidad artística del lienzo se aprecia en el equilibrio entre monumentalidad y el magistral tratamiento de la luz, que envuelve la figura mariana y organiza la escena en un espacio amplio y ascensional. La influencia de Carreño de Miranda, su maestro, se combina aquí con ecos claros de Van Dyck y la pintura veneciana, visibles en la nobleza del gesto, la riqueza cromática y el refinamiento compositivo.
La obra sigue un modelo de una pintura de Cerezo que permaneció inédita hasta que fue dada a conocer por los historiadores del arte José R. Buendía e Ismael Gutiérrez Pastor en la monografía dedicada a Mateo Cerezo publicada en 1986. En aquel momento se encontraba en una colección privada de Bilbao; posteriormente pasó a formar parte de la colección de la desaparecida Fundación Cultural Fórum Filatélico, y fue subastada en Sotheby’s (29 de abril de 2015), integrándose desde entonces en una colección privada.
Además la pintura estéticamente puede relacionarse con otras grandes composiciones religiosas de Cerezo conservadas en colecciones públicas de referencia, como Los desposorios místicos de santa Catalina del Museo del Prado, donde se manifiestan idénticos recursos: escenografías amplias, querubines de anatomía vibrante y una síntesis magistral entre espiritualidad y esplendor formal.
Formado en Madrid en el taller de Carreño, Mateo Cerezo fue uno de los pintores más brillantes de su generación, muy solicitado por su pintura religiosa y reconocido también como excelente bodegonista. Su carrera, truncada prematuramente, dejó un legado de obras de extraordinaria calidad, entre las que esta Inmaculada destaca.
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