PEDRO SÁENZ SÁENZ (Málaga, 1863-1927).
“Falúas”.
Óleo Lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 20,5 x 35 cm; 30,5 x 44 cm (marco).
Pedro Sáenz comienza su formación en la Escuela de Artes y Oficios de Málaga, teniendo como profesor a Bernardo Ferrándiz en su clase de Composición y Colorido, en la que obtiene una mención honorífica por sus progresos. Continúa sus estudios en la Academia de San Fernando de Madrid, aunque sigue conectado a su ciudad, compitiendo en los años 1882 y 1883 por el Premio Barroso. Presenta a la Exposición Nacional de 1887 las obras tituladas “Estudio de Cabeza” y “Tentación de San Antonio”. Viaja a Italia en 1888 tras haberle sido concedida una pensión en la Academia de Roma, coincidiendo con los pintores Simonet, Sorolla y Viniegra. En París asimila el Art Nouveau transmitido por artistas como Chaplin, Alma Tadema y Bouguereau. La estancia en ambas capitales se aprecia en su semejanza con los retratos de Boldini. En 1894 consigue una tercera medalla por la obra titulada “En Viena”. En la Exposición Nacional celebrada en 1895, obtiene tercera medalla por las obras tituladas “Desengaño” y “Coquetería”: Con ellas ya define su línea estilística y la temática que seguirá a lo largo de su carrera. Dos años después le conceden una segunda medalla por “Crisálida”, llevando a la misma muestra. En 1899, le conceden otra segunda medalla por la composición titulada “Inocencia”, lleva otros cuadros como “Arte y juventud”, “Mariposa”, “Amapola”, “Gitanilla”, etc. Fija su residencia en Madrid y en esos años colabora de ilustrador en las revistas La Esfera, La Ilustración Española y Americana y Blanco y Negro donde gana el concurso “planas a color”, por su labor de colaboración artística durante los años de 1901 a 1904. Con las obras tituladas “Stella matutina” y “La tumba del poeta” obtiene en 1901 dos primeras medallas. En 1904 se le concede la medalla de primera clase de la Orden de Alfonso XII. A partir de esos años canaliza su producción artística a la realización de retratos femeninos en los que desarrolla tanto el simbolismo como la pintura de género. Por ello es definido por sus contemporáneos, en particular por críticos de arte como “pintor de mujeres”. Hacia finales de siglo se traslada a Barcelona y a principios del XX vuelve de nuevo a Málaga para afincarse definitivamente. Aunque su presencia en exposiciones es constante, vivió casi exclusivamente de una clientela privada.