ÁNGEL LIZCANO MONEDERO (Alcázar de San Juan, Ciudad Real, 1846 – Leganés, Madrid, 1929).
“Escena del Quijote”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 49 x 79 cm; 68 x 98 cm (marco).
l tema de Don Quijote fue muy abordado en el siglo XVIII, ya desde un punto de vista netamente contemporáneo, alejado de la visión cómica popularizada por los franceses en la centuria anterior. Las obras se inscriben dentro del marco del auge de los regionalismos durante la segunda mitad del siglo XVIII y el primer tercio del siglo XIX. Periodo en cual se desarrolló un arte de herencia romántica, costumbrista y de factura realista y minuciosa, que se centró en la representación de asuntos, temas y personajes que reflejan un nuevo sentido de lo folclórico. En este contexto los pintores buscan reflejar tipos y costumbres propias de su tierra, que la hacen diferente y única, reivindicando así sus propias raíces y, sobre todo, las tradiciones y formas de vestir y de comportarse que se veían amenazadas por el notable crecimiento de las áreas urbanas y la imposición de nuevas modas traídas de fuera. El arte, fundamentalmente en su vertiente pictórica, se convierte así en cierto modo en un vehículo de expresión capaz de dar a conocer al resto de la nación las peculiaridades regionales.
Ángel Lizcano ingresa con catorce años en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde tuvo a Francisco Mendoza como maestro. Durante sus años de aprendizaje realizó numerosas visitas al Museo del Prado, donde realizaba copias de los grandes maestros. En 1869 obtiene una pensión para completar su formación en Italia. Recorrió la geografía española tomando apuntes del natural y pintando paisajes y escenas costumbristas, especializado en temas de majas y toreros. Cultivó también el género histórico para poder concursar en las Exposiciones Nacionales, donde obtuvo terceras medallas en 1876 y 1878, y segundas en 1881 y 1887. Participó en la Universal de París de 1878 y se dedicó también a la ilustración de libros y revistas. En 1929 ingresó en el manicomio de Leganés, donde fallecería poco después. Está representado en el Museo del Prado y en los de Bellas Artes de Oviedo, Sevilla, Valencia, Jaén y Alcázar de San Juan.