PABLO URANGA DÍAZ DE ARCAYA (Vitoria, 1861 – San Sebastián, 1934).
"Tríptico de las Bodas de la Paz". Vitoria, 1908.
Óleo sobre lienzo.
Firmado, fechado y localizado, con inscripciones.
Formado por 3 pinturas: "La Tregua", "Las bodas de la paz" y "La batalla de Mondragón".
Encargo del marqués de Ocaso para el Palacio de San Salvador del Valle.
En la parte superior: escudos de las respectivas familias.
Procedencia: descendientes del marqués de Olaso.
Medidas: 250 x 176 cm (cada lienzo).
Este imponente tríptico, realizado por el pintor vasco Pablo Uranga en 1908, constituye una de las obras narrativas más ambiciosas de su carrera, y una muestra excepcional de pintura histórica del País Vasco en la transición del siglo XIX al XX. Encargado por el marqués de Olaso para su residencia de San Salvador del Valle, el conjunto ilustra tres episodios fundamentales (mitificados pero de gran valor simbólico) del conflicto entre los bandos medievales de los Oñacinos y Gamboínos, rivalidad señorial que marcó profundamente la historia del territorio vasco durante los siglos XIV y XV.
En esta primera escena, "La tregua", de carácter sereno y ceremonial, Uranga representa un momento de negociación o armisticio entre los líderes de los bandos en pugna. En el centro, dos figuras dominantes (el jefe gamboíno y el Señor de Olaso) se encaran solemnemente, rodeados por un círculo de hombres armados con lanzas y yelmos. Al fondo, emergiendo entre brumas, se recorta la silueta del castillo de Butrón, con sus almenas bañadas por la luz cálida del atardecer. La escena podría estar inspirada en el episodio en el que Martín Ruiz de Olaso solicita la mano de doña Juana Ibáñez, hija de Gómez González de Butrón, en lo que sería el preámbulo de una unión política y sentimental destinada a sofocar el conflicto. Uranga logra aquí un equilibrio entre la solemnidad medieval y el lirismo paisajístico.
La escena central del tríptico, "Las bodas de la paz", representa el momento cumbre del acuerdo entre clanes: la ceremonia nupcial entre Martín Ruiz de Olaso y doña Juana Ibáñez, en la iglesia de San Bartolomé de Olaso, en Elgóibar. Ante el pórtico, con sus arquivoltas escultóricas detalladas, se extiende una comitiva numerosa, vestida con ropajes de gala. Uranga presta especial atención a los gestos, al esplendor de los trajes y al ambiente festivo. La arquitectura románica de la iglesia sirve como marco solemne a esta escena de armonía alcanzada por medio del linaje.
El tercer lienzo, "La batalla de Mondragón", rompe abruptamente el tono apaciguador de los anteriores. Es una escena de violencia abierta, cargada de dramatismo y tensión cinética, que representa el combate librado en Mondragón, junto al puente de Masla, donde muere Gómez González, víctima no de su enemigo, sino de la traición dentro de su propio bando. La composición es agitada, de pincelada suelta y tensión narrativa: cuerpos en escorzo, confusión de escudos... y un ave rapaz sobrevolando el campo de batalla como símbolo de la muerte inminente.
En conjunto, el tríptico relata un episodio esencial del imaginario nobiliario vasco, al tiempo que ofrece una meditación sobre la guerra civil, la traición y la frágil naturaleza de la paz. La presencia de escudos nobiliarios pintados en la parte superior en dorado refuerza la carga genealógica y heráldica de la obra, concebida como un manifiesto visual de la memoria familiar del marqués de Olaso. Uranga conjuga aquí su formación académica con un enfoque emocional y narrativo profundamente arraigado en la tradición vasca, aportando un estilo entre el realismo romántico y el historicismo simbólico.
Pablo Uranga fue un pintor español cuya carrera artística comenzó en la Escuela de Bellas Artes de Álava, donde estudió hasta 1880. En este año se trasladó a Madrid, y continuó su formación en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Gracias a la influencia del escultor Paco Durrio, viajó después a París, donde conoció a artistas como Ignacio Zuloaga y Santiago Rusiño y realizó su primera exposición en 1897. Al volver a España, se trasladó al País Vasco, y realizó frecuentes viajes a Segovia para pasar largas temporadas con Ignacio Zuloaga en el taller del ceramista Daniel Zuloaga, tío de éste. Desde ese viaje a Francia su obra quedó marcada por el Impresionismo, aunque también se puede apreciar su predilección y conocimiento de la escuela clásica española. Su temática es muy variada, aunque destacan especialmente el retrato, el paisaje y sus obras relacionadas con el mundo de la tauromaquia. Se pudieron contemplar sus obras en Zaragoza, Bilbao, Madrid, etc., y cuentan con ellas en sus fondos destacadas colecciones privadas e instituciones como el Museo del Prado y el Reina Sofía de Madrid, el de Bellas Artes de Bilbao, etc.