Escuela filipina de finales del siglo XIX-principios del XX.
“Joven con ánfora”.
Óleo sobre tela.
Medidas: 101 x 123 cm.
En este retrato de una joven ensimismada, la belleza local se convierte en vehículo de lo universal, gracias a la cadencia extemporánea que emana de la composición. Ataviada con ligeras prendas blancas, la figura femenina irradia una pureza atemporal. Su piel atezada, cabello negro y rostro de rasgos refinados (cejas arqueadas, ojos sesgados, pómulos altos y labios perfilados) remiten a una mujer filipina, una paisana del artista anónimo filipino. Pero la gran ánfora y el semblante pensativo introducen una dimensión simbólica que trasciendo lo cotidiano. El recipiente podría aludir al mito de Pandora, la primera mujer según la tradición griega, portadora de un ánfora que contenía todos los males del mundo y que, al ser abierta, dejó escapar la esperanza como único consuelo. Si bien la joven retratada es evidentemente contemporánea al pintor, no un personaje mitológico, el ánfora y la quietud general introduce una segunda capa de lectura.