Escuela francesa; siglo XIX.
“Niño con perro”.
Óleo sobre lienzo.
Medidas: 118 x 93 cm; 142 x 115 cm (marco).
El cuadro representa a un niño pequeño, de rostro sereno y mirada picara, que sostiene con una mano una pelota, mientras con la otra acaricia o sujeta a un gran perro. La composición establece un equilibrio entre ternura y protección, entre lo efímero del juego infantil y la fidelidad animal, atributos frecuentemente exaltados en el retrato decimonónico. La iluminación suave y los detalles meticulosos del vestuario y del pelaje del perro revelan la destreza técnica del artista, que se inscribe dentro del gusto burgués por los retratos íntimos y personalizados.
Durante el siglo XIX en Francia, el retrato infantil adquirió una notable relevancia, no solo como manifestación del afecto familiar sino como signo de estatus y continuidad dinástica dentro de las clases altas y medias emergentes. Estas imágenes buscaban preservar la memoria de la infancia como una etapa idealizada, cargada de valores morales, pureza y domesticidad. En un contexto donde la pintura académica convivía con nuevas corrientes como el realismo y el impresionismo, el retrato de niños permitía una exploración sensible del individuo desde sus primeros años, contribuyendo a consolidar la imagen de la infancia como un territorio emocional y socialmente valioso.