Escuela española del siglo XIX. Siguiendo modelos de ANTONIO MARÍA ESQUIVEL Y SUÁREZ DE URBINA (Sevilla, 1806-Madrid, 1857).
“La Celestina” o “Escena erótica”.
Óleo sobre lienzo.
Medidas: 126 x 95 cm; 150 x 119 cm (marco).
Esta pintura es una obra de gran interés tanto por su temática como por su ejecución estilística. Sigue de cerca los modelos del célebre pintor romántico Antonio María Esquivel y Suárez de Urbina. Titulada "La Celestina" o "Escena erótica", evoca la famosa tragicomedia homónima de Fernando de Rojas.
La composición es dinámica y teatral, centrada en una escena de interior cargada de ambigüedad. El foco principal recae sobre una joven mujer, sentada sobre una cama deshecha. Su postura y expresión transmiten sorpresa o alarma: tiene el torso girado, la mano derecha levantada en un gesto de rechazo o espanto, y su vestido blanco, con un generoso escote, sugiere una situación de intimidad interrumpida. Su mirada se dirige con aprensión hacia la figura que tiene a su lado: un enano ataviado con un sombrero de estilo bicornio, chaleco rojo y calzones oscuros. Su expresión es vivaz y gesticulante, con las manos en alto, como si estuviera en medio de un discurso apasionado.
El tercio inferior de la pintura está poblado por otras figuras que añaden un carácter grotesco y misterioso a la escena. Debajo de la cama, otro enano mira directamente al espectador con una sonrisa cómplice o maliciosa. A su lado, otra figura de baja estatura sostiene un gato, animal que en la iconografía clásica simboliza la lujuria, la traición o lo oculto. Otras caras apenas visibles emergen de la penumbra, creando una atmósfera claustrofóbica y de voyerismo.
La obra sigue claramente los postulados del Romanticismo español, influenciado por la tradición del Siglo de Oro, especialmente en el uso del claroscuro. La paleta de colores se basa en tonos terrosos, ocres y rojos, que contrastan con la luminosidad del vestido blanco de la protagonista. Las pinceladascapturan la expresividad de los personajes, que rayan en la caricatura, un rasgo que se puede encontrar en la pintura de género y satírica de la época.
El título "La Celestina" sugiere que la pintura es una interpretación alegórica o una escena inspirada en la obra literaria. Aunque no representa un pasaje específico de manera literal, captura su espíritu: la corrupción, la mediación en el amor carnal y la pérdida de la inocencia. La joven podría ser una representación de Melibea, acosada por las tentaciones y las figuras que orquestan su encuentro amoroso. Los enanos, figuras recurrentes en la corte y el arte español (como en la obra de Velázquez), podrían funcionar aquí como personificaciones de los vicios, los sirvientes chismosos o los intermediarios de la alcahueta Celestina. El título alternativo, "Escena erótica", es más directo y subraya la tensión sensual de la composición. La obra se mueve en la ambigüedad, dejando al espectador decidir si se trata de una escena de seducción, acoso o una comedia de enredos con un toque grotesco y moralizante.
Esquivel fue el pintor más representativo y fecundo del romanticismo sevillano, y uno de los más destacados de su época en España. Formado en la Academia de Bellas Artes de Sevilla, fue nombrado pintor de cámara en 1843 y académico de la Real Academia de San Fernando en 1847, colaboró con las publicaciones “El siglo XIX” y “El Panorama” y formó parte del Liceo Artístico y Literario. Impartió clases en la Academia de San Fernando en Madrid. Pese a que trató temas muy diversos, el retrato es esencial en su carrera. Además del mérito artístico, sus retratos ilustran la sociedad de su tiempo con rigor histórico, sin dejar de lado los valores afectivos. Recibió muchos encargos de retratos en distintos formatos, y realizó también diversos autorretratos, uno de ellos conservado en el Museo del Prado. Está representado en numerosas colecciones privadas y en instituciones como el Museo del Prado, el Ayuntamiento de Huesca, el Museo Lázaro Galdiano de Madrid, el de Bellas Artes de Sevilla, el Romántico y el Naval de Madrid, la Biblioteca Nacional y el Museo de Santa Cruz de Toledo, entre otros muchos.