JOSÉ CASADO DEL ALISAL (Villada, Palencia, 1832 – Madrid, 1886).
“La visita”, 1872-1882.
Óleo sobre lienzo.
Adjunta informe histórico artístico.
Presenta leves desperfectos en el marco.
Conserva la enmarcación original con etiquetas del XIX y del XX e inscripciones (Delclaux y F729).
-Etiqueta de la Junta Delegada de incautación y protección del Tesoro artístico Nº inventario:7575.
-Etiqueta informativa “D. José Casado del Alisal”.
-Etiqueta con numero 89.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 60 x 80 cm; 80 x 101 cm (marco).
Procedencia:
- Marqués de Portugalete-Duque de Bailén
- Marqués de Riscal
- Colección privada, España (Familia Delclaux)
Bibliografía:
- “J. CASADO DEL ALISAL.- 775 .- La conversation. (à Mr. le Marquis de Portugalete). J. Laurent y Cia. Madrid.”
- «Ilustración Española y Americana», Año 19, n. 29, 8 agosto 1875, p.73. Con el título “Una visita de confianza”.
- 2º Libro Inventario de Cuadros, desde el 1 hasta el 13089” (conservado en el Ministerio de Cultura). Nº de inventario 7575.
La obra de José Casado del Alisal, pintor de historia y retratista del siglo XIX, constituye un ejemplo destacado de su maestría académica aplicada a la evocación de escenas costumbristas con trasfondo histórico. El lienzo, realizado hacia la década de 1870, muestra el interior de un espacio doméstico donde una dama de noble porte recibe la visita de un caballero elegantemente ataviado, mientras un galgo, símbolo de prestigio social, observa con curiosidad la interacción. El ambiente está cuidadosamente configurado: el pavimento ajedrezado, el tapiz que cubre la pared del fondo, la mesa bufete con su paño bordado, el cofre de herrajes, el espejo y el plato de cristal conforman un repertorio material que remite a la cultura material de la Edad Moderna. A ello se suman detalles arquitectónicos como la ventana con contraventanas decoradas y la lámpara de araña flamenca, que completan la atmósfera de refinamiento y fidelidad histórica. Los personajes refuerzan el carácter narrativo de la escena: el caballero, vestido con golilla, capa y botas de montar, alude a la tradición cortesana y caballeresca, mientras la dama luce una "ropa de levantar", prenda amplia y elegante de uso doméstico que resalta su estatus. La composición articula un dinamismo diagonal, perceptible en la disposición del vestido, la dirección de la luz y las miradas de los protagonistas, que al mismo tiempo se equilibran en una estructura triangular con vértice en la lámpara. La iluminación enfatiza el rostro de la mujer, situándola como foco de la representación, mientras la gama cromática de ocres y añiles, interrumpida por los acentos rojos en la indumentaria masculina y la flor en el pecho de la dama, aporta contraste y dramatismo visual. Esta conjunción de precisión formal, atmósfera intimista y riqueza de detalles convierte la obra en un ejercicio de reconstrucción histórica idealizada, a la vez que responde a los valores estéticos y académicos que Casado del Alisal cultivó a lo largo de su carrera. Encargada para un palacio madrileño y posteriormente adquirida por el duque de Bailén, la pintura no solo evidencia el prestigio social y artístico de su autor, sino también la demanda de un arte historicista que, en pleno siglo XIX, buscaba enlazar el presente con el esplendor cultural del pasado.
José Casado del Alisal inició su formación en la Escuela de Dibujo de Palencia, y a continuación prosiguió sus estudios en la de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid. En 1855 fue pensionado a Roma y posteriormente se trasladó a Francia, donde pintó “El juramento de las Cortes de Cádiz”, que decora el testero del hemiciclo del Congreso de los Diputados. Fue asimismo uno de los encargados de pintar la basílica de San Francisco el Grande en Madrid, y con el tiempo llegaría a ser director de la Academia Española de Bellas Artes de Roma. A lo largo de su carrera, Casado del Alisal concurrió habitualmente a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, y obtuvo un premio extraordinario de primera clase en 1860 por el cuadro de influencia nazarena “Últimos momentos de Fernando IV, el Emplazado”. Fue un afamado pintor de historia.