Atribuido a CHARLES LOUIS MÜLLER (París, 1815-1892).
“Alegoría de la vanidad”.
Óleo sobre lienzo.
Presenta restauraciones.
Medidas. 116 x 90 cm; 123 x 95 cm (marco).
En este óleo sobre lienzo el autor retrata a una joven que mira directamente al espectador con un gesto coqueto. Un niño juega sobre su hombro y se divierte cubriendo su cabello rubio con el negro azabache de la joven, mientras también se entretiene con su collar de perlas. Al fondo, tras el parapeto de un balcón, malvarrosas. La escena revela una pincelada desecha, con la cual el autor ha compuesto la escena a base de toques y pinceladas amplias que configuran las formas sinuosas de la mujer. La luz, totalmente dirigida, se centra en un foco central. Se trata de un retrato gran instantaneidad, semejante a una visión fugaz captada del natural, más que a un retrato sosegadamente elaborado en un estudio.
Charles Müller fue un reconocido retratista y decorador francés del siglo XIX, ampliamente conocido por su seudónimo artístico Müller de Paris. Nacido en una época de gran efervescencia artística, desarrolló una destacada carrera que lo posicionó como una figura influyente dentro del panorama artístico de su tiempo. Realizó sus estudios en la prestigiosa Escuela de Bellas Artes de París, donde perfeccionó su técnica y profundizó en las corrientes estéticas que marcaron su obra.
A partir de 1834, Müller comenzó a exponer regularmente en el famoso Salón de Francia, una de las principales vitrinas del arte académico del país. Participó en estas exposiciones durante casi seis décadas, sin interrumpir esta tradición hasta 1892, lo que evidencia tanto la constancia de su producción como el reconocimiento que recibió por parte del público y la crítica.
En una etapa posterior de su carrera, Müller colaboró con el arquitecto Héctor Lefebvre en un ambicioso proyecto: la transformación y embellecimiento del Palacio del Louvre durante el reinado de Napoleón III. En este contexto, contribuyó con su talento a la creación del "nuevo Louvre", participando activamente en importantes encargos decorativos. Entre sus obras más destacadas de esta etapa se encuentran los frescos realizados para la Salle d'État y la Galerie d'Apollon, así como la ornamentación del techo del Salon Denon, espacios que aún hoy reflejan la maestría de su arte.
Gracias a su estilo refinado y a su dominio de la técnica mural, Charles Müller dejó una huella perdurable en algunos de los espacios más emblemáticos del patrimonio cultural francés.
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