Escuela española; siglo XIX.
“Cristo muerto”.
Óleo sobre tabla.
Medidas: 32 x 25 cm; 52 x 45 cm (marco).
La elección del busto aislado, con los ojos cerrados y la corona de espinas, elimina cualquier referencia narrativa para centrar toda la atención en la expresión contenida del rostro, un planteamiento muy característico de la religiosidad decimonónica española.
Desde el punto de vista estilístico, la obra se articula mediante una pincelada suelta y expresiva, conservando un gusto academicista. El fondo neutro, deliberadamente indefinido, actúa como recurso plástico y espiritual: anula el espacio, suspende el tiempo y refuerza el carácter meditativo de la imagen.
Iconográficamente, el esta obra responde a una tradición arraigada en España, vinculada tanto a la pintura como a la escultura procesional, pero aquí reinterpretada con un lenguaje pictórico más libre y contemporáneo.
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