Escuela española del siglo XX.
“Encapuchado”.
Óleo sobre tabla.
Medidas: 63 x 47 cm; 82,5 x 66 cm (marco).
La pintura representa la imponente figura de un nazareno vestido con túnica blanca y capirote del mismo tono, avanzando en solemne recogimiento. La escena, dominada por una atmósfera de silencio devocional, remite estilísticamente a la obra de Trinidad Francisco Cortijo (1936–1996), especialmente por el tratamiento matizado de la luz y la delicada captación del gesto contenido.
La pincelada, precisa pero sensible, otorga al personaje una presencia casi escultórica, destacando sobre un fondo neutro que refuerza la sensación de aislamiento espiritual. La elección cromática, dominada por blancos y grises perlados, potencia el carácter ascético del retrato, donde la expresión queda velada tras el capirote, invitando a una lectura introspectiva y simbólica.
Este enfoque, de raíz costumbrista y religiosa, entronca con la tradición andaluza de representación de la Semana Santa, al tiempo que revela una visión humanista del rito, en la que lo anónimo y lo íntimo se funden en una imagen de profunda serenidad y respeto.