MATÍAS PALAU FERRÉ (Montblanc, 1921–2000).
"Bodegón con sandías".
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 92 x 73 cm; 102 x 82,5 cm (marco).
En este bodegón, Palau Ferré exhibe un ejercicio de síntesis geométrica y exaltación cromática, como portavoz de una tradición poscubista filtrada por una sensibilidad mediterránea, cálida y sensorial. El motivo, el centro de mesa que aloja rebanadas de sandía, se convierte en pretexto para una exploración formal de la curva, del ritmo y del contraste. Los semicírculos rojos de los fragmentos de sandía son traducidos a un lenguaje puramente visual, que elimina cualquier trazo anecdótico. Farré los organiza en una estructura compositiva clara, donde cada elemento —el cuenco, la mesa, la fruta— se reduce a formas geométricas puras, en tensión armónica con el fondo negro, que acentúa la vivacidad de los colores. El negro no es aquí ausencia, sino espacio metafísico y teatral, donde las formas parecen flotar con autonomía, como si el objeto hubiese sido abstraído de su contexto para elevarse al plano de lo simbólico. El resultado es una obra que, como buena parte del arte de Ferré, transita con soltura entre las primeras vanguardias y la nueva figuración, y que convierte un género clásico en un manifiesto de modernidad visual.
Palau Ferré se formó en Barcelona, en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi. Expone su obra por primera vez en 1951, en la Exposición de Bellas Artes de Barcelona. Desde entonces se suceden sus muestras, tanto en Barcelona como en Madrid y Londres, a la vez que participa en los Salones de Otoño de la Ciudad Condal. En 1957 recibe una beca del gobierno francés para ampliar sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de París, ciudad en la que reside hasta 1961. Expone en varias galerías parisinas y, en 1971, es invitado a realizar una muestra individual en la Universidad de Syracusa, en Nueva York. A principios de los setenta vivió un conflicto personal y jurídico en relación a la comercialización de su arte a través de los marchantes, que culminó con una sentencia que le condenó a pagar a un marchante con cierto número de metros cuadrados de sus pinturas al óleo. Tras cumplir con el dictamen, y grandemente indignado, tomó la fatal decisión de quemar sus obras a partir de entonces, inmediatamente después de creadas, como demostración de desacuerdo con lo que él vio como un atentado a la libertad de expresión artística y una manipulación brutalmente comercial del espíritu creador del artista. Entre 1974 y 1989 no expuso ni mostró en público ninguna obra suya, y nunca volvió a pintar óleos. En los años noventa vuelve a exponer su obra, particularmente tintas chinas, en numerosas exposiciones en España y Estados Unidos, aunque nunca más en galerías de arte comerciales. En 2001 se inauguró en su localidad natal un museo que lleva su nombre, dedicado a su obra.