ARTHUR NAVEL (Amberes, 1881-1931)
“Joven con flores y agua”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en la esquina superior derecha.
Medidas: 78 x 81 cm; 104 x 104 cm (marco).
Este tipo de escenas protagonizadas por mujeres solitarias sentadas tras una mesa, se popularizaron ampliamente durante el siglo XIX, en concreto gracias al impresionismo, cuya escuela centro el foco en la representación del citado arquetipo. Sin embargo, en este caso concreto la joven no parece encontrarse sola, ni se muestra melancólica, sino que gracias a detalles como las rosas, la copa llena de agua, o el melocotón que se encuentran sobre la mesa, sumados al uso de una paleta de tonalidades brillantes y empolvadas, la pieza adquiere una atmosfera de inocencia y juventud.
Arthur Navez fue un pintor belga inscrito en la corriente del fauvismo brabanzón, una variante regional del movimiento fauvista que se desarrolló en el Brabante, caracterizada por el uso expresivo del color y la simplificación formal, pero matizada por un lirismo más íntimo y una atmósfera más contenida que la del fauvismo francés.
Navez recibió su formación artística en dos de las instituciones más prestigiosas de su país: primero en la Académie royale des beaux-arts de Amberes, y posteriormente en la de Bruselas. Esta sólida formación académica le proporcionó una base técnica rigurosa que, sin embargo, no limitó su apertura a las vanguardias estéticas emergentes de su tiempo. En el año 1900 se trasladó a París, donde residió durante varios años. Fue alumno del reconocido pintor academicista Jean-Léon Gérôme en su taller de la École des Beaux-Arts.
A finales de 1907 regresó a Bruselas, donde al año siguiente participó en una exposición organizada por el colectivo artístico Le Sillon, un grupo progresista. En este contexto, Navez estrechó lazos con artistas afines, entre ellos el pintor neerlandés Jean Laudy, quien se convirtió en un amigo.
Su pintura se distingue por un uso refinado y expresivo del color, así como por una especial atención a la composición y a los efectos lumínicos. En sus obras, los espejos, reflejos y juegos de luz ocupan un lugar importante, generando atmósferas introspectivas y una dimensión casi poética que trasciende lo puramente visual.
Durante la década de 1920, Arthur Navez amplió su campo de acción hacia el mundo del teatro, desempeñándose como decorador escénico. Además, incursionó en el naciente mundo del cine, participando como director artístico en la realización del filme Le Carillon de minuit (1922), dirigido por Jacques de Baroncelli con la colaboración de los futuros cineastas René Clair y Henri Chomette. Esta incursión en el séptimo arte subraya su apertura a las formas modernas de expresión y su capacidad para adaptarse a nuevos lenguajes visuales.