JOSÉ RIBOT LLUPIÁ (1925-2020).
“Escena costumbrista”, 1944.
Óleo sobre lienzo.
Presenta faltas en el marco.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 100 x 81 cm; 121 x 102 cm (marco).
Escena de interior en la que se representa a una mujer vestida con traje de faralaes y bailando. Esta presencia vincula este trabajo con una de las principales corrientes pictóricas de España en el siglo XX como es el costumbrismo. Tradicionalmente, la pintura y la literatura españolas se han interesado por las costumbres y los tipos populares. La llegada del romanticismo vivificó esta corriente, aportando a la tradición hispana la visión que los extranjeros tenían de nuestro pueblo, debido al esnobismo de una burguesía nacional europeizante y liberal que, también por influencia extranjera y bajo la moda romántica, vuelve los ojos al pueblo y los monumentos del pasado. Esto, general en toda España, se dará preferentemente en lo andaluz, por ser esta tierra meta soñada de los extranjeros, y donde se tuvo que dejar sentir más fuertemente el influjo de la visión que tenían del español y sus peculiares costumbres. Así, de las dos escuelas costumbristas fundamentales, la andaluza incide en un pintoresquismo amable y folclórico, alejado de cualquier intento de crítica social; por su parte, la madrileña es más acre y dura, llegando en ocasiones a mostrar no sólo lo vulgar, sino incluso recreándose en visiones desgarradas de un mundo tópico barriobajero, en el que el ánimo de crítica es evidente.