SALVADOR DALÍ I DOMÈNECH (Figueras, Girona, 1904 – 1989).
"Homenaje a Ramon Llull", 1975.
Gouache sobre papel.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Con certificados de autenticidad de Perrot-Moore y de Robert Descharnes.
Obra reproducida en el libro "Dalí" de la editorial Taschen.
Gouache preparatorio para una de las cuatro pechinas que sostienen la cúpula del vestíbulo de entrada del Palacete Albéniz de Barcelona. En dichas pechinas Dalí representó personajes históricos vinculados con Barcelona: Ramon Llull, Joan Maragall, Cristóbal Colón y Miguel de Cervantes.
Medidas: 52 x 59 cm.
El gouache que ahora licitamos no solo es una muestra clave de la estética surrealista que catapultó a Salvador Dalí a la fama, sino que también está ligado a la fascinante historia del Palacete Albéniz, uno de los edificios más singulares y menos conocidos de Barcelona. El Palacete, edificado a principios del siglo XX para la Exposición Universal de 1929, adquirió un significado especial en 1969. Ese año, un lienzo circular del artista ampurdanés fue colocado en su vestíbulo principal. Adaptada a la forma abovedada de la sala, la obra de Dalí representa figuras desnudas bajo el cielo de Portlligat, así como un homenaje a la llegada de Neil Armstrong a la luna. Acompañando esta pieza central, se encuentran cuatro óleos en las esquinas de la bóveda, dedicados por Dalí a figuras históricas con fuertes lazos con Barcelona: Ramon Llull, Joan Maragall, Miguel de Cervantes y Cristóbal Colón.
Concretamente, Dalí rinde en esta composición un homenaje Ramon Llull, el filósofo y místico mallorquín del siglo XIII, célebre por su Ars Magna, un método combinatorio para llegar a la verdad a través de diagramas y símbolos. La estructura escalonada y la cruz de letras evocan estos diagramas lógicos y mnemotécnicos que Llull ideó para sistematizar el conocimiento y unir la fe con la razón. La silueta humana (un busto de mujer), que se funde con un cielo abierto y el sol radiante, sugiere la unión entre lo terrenal y lo divino, una metáfora recurrente en Dalí para expresar la conexión entre el pensamiento humano y la iluminación trascendente. La base sólida de la silueta y los soportes arquitectónicos refuerzan la idea de Llull como pilar del pensamiento místico y científico medieval.
En términos formales, la composición es típicamente surrealista: combina símbolos místicos (la cruz, la luz, la figura fragmentada) con una representación abstracta del espacio. El vacío interior dentro de la forma humana alude a la idea de que el verdadero conocimiento reside en la mente, en la interioridad, más allá de la apariencia física.
Este diseño, concebido para un fresco de techo, se adapta perfectamente a la función: el espectador miraría hacia arriba y se encontraría con esta apertura al infinito, un recordatorio visual del ascenso del pensamiento hacia la luz del conocimiento.
Dalí, con su característico surrealismo cargado de alusiones religiosas y científicas, traduce la visión medieval de Llull a un lenguaje visual moderno, onírico y casi metafísico.
Durante sus primeros años, Dalí descubre la pintura contemporánea durante una visita familiar a Cadaqués, donde conoce a la familia de Ramón Pichot, artista que viajaba regularmente a París. Siguiendo los consejos de Pichot, Dalí empieza a estudiar pintura con Juan Núñez. En 1922, Dalí se alojó en la célebre Residencia de Estudiantes de Madrid para iniciar estudios de Bellas Artes en la Academia de San Fernando. Sin embargo, antes de sus exámenes finales, en 1926, fue expulsado por afirmar que no había nadie en la misma en condiciones de examinarle. Ese mismo año Dalí viaja a París por primera vez. Allí conoció a Picasso, y asentó algunas características formales que se convertirían en distintivas de toda su obra desde entonces. Durante este periodo, Dalí celebró exposiciones regulares tanto en Barcelona como en París, y se unió al grupo surrealista afincado en el barrio parisino de Montparnasse. El pintor desembarcó en América en 1934, gracias al marchante Julian Levy. A raíz de su primera exposición individual en Nueva York su proyección internacional queda definitivamente consolidada, y desde entonces mostrará su obra y dará conferencias por todo el mundo. La mayor parte de su producción está reunida en el Teatro-Museo Dalí de Figueras, seguida por la colección del Salvador Dalí Museum de St. Petersbug (Florida), el Reina Sofía de Madrid, la Salvador Dalí Gallery de Pacific Palisades (California), el Espace Dalí de Montmartre (París) o el Dalí Universe de Londres.