PIERRE GARCÍA-FONS (España, 1928- París, 2016).
“Mañana de Pascua”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 146 x 115 cm.
Pierre Garcia-Fons fue un pintor, litógrafo y escultor francés de origen catalán. A lo largo de su vida mantuvo una firme independencia artística, identificándose como un “pintor del sentimiento”. Hijo de exiliados españoles, su padre, Pedro García y Martínez, originario de Cartagena, fue militante de la Confederación Nacional del Trabajo y combatiente en el ejército republicano durante la Guerra Civil Española. Tras la derrota republicana y la Retirada, fue internado brevemente en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer antes de unirse a una compañía de trabajadores extranjeros para evitar la repatriación forzada a España. Su madre, Amparo Fons, procedía de la región valenciana. Pierre, el mayor de cuatro hermanos, emigró con su madre y hermanas a Francia en 1938 debido al conflicto bélico.
Instalado en Perpiñán, Pierre estudió en el pensionado del Centro Español y comenzó a trabajar a temprana edad. Su acercamiento al arte fue estimulado por el escultor Manolo Valiente, amigo de su padre, con quien inició el modelado en arcilla y la talla en madera. Posteriormente, se formó en la escuela municipal de dibujo de Perpiñán, bajo la tutela del pintor André Fons-Godail.
A partir de 1948, comenzó a trabajar como escultor independiente y a pintar escenas cotidianas influido por el misérabilisme, corriente estética que reflejaba la crudeza social de la posguerra. Participó en exposiciones locales y en 1949 presentó su primera muestra individual en la sala Arago de Perpiñán. Su pintura temprana se caracteriza por una economía deliberada de medios, tonalidades neutras y un enfoque realista que revela la angustia y la introspección de una generación marcada por la guerra.
En 1949 se trasladó a París, donde trabajó como escultor de marcos en el taller de Jaume Vidal, espacio de reunión de numerosos artistas exiliados. Asistió a la Académie de la Grande Chaumière y se integró en el círculo de pintores catalanes y españoles como Antoni Clavé, Henri Cueco y Xavier Valls. En 1950 fue admitido en el primer Salon de la Jeune Peinture, espacio clave para la pintura de posguerra, y en el cual desempeñó diversos cargos hasta 1967, año en que se retiró de su comité.
Gracias a una beca de viaje otorgada por el Estado en 1956, trabajó en Corrèze junto a Henri Cueco y al regresar presentó una serie de obras que marcaban una transición hacia un lenguaje más sintético y estructurado, con una paleta más viva. Su obra se orientó entonces hacia la representación de la vida urbana obrera, abordando las condiciones de vida en viviendas sociales.