JUAN BARJOLA (Torre de Miguel Sesmero, Badajoz, 1919 – Madrid, 2004).
Sin título, c. 1983-1985.
Óleo sobre tablex.
Adjunta certificado de autenticidad Sucesión Juan Barjola firmado por José Antonio Galea Fernández, hijo del artista.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 27 x 35 cm; 46 x 54 cm (marco).
Barjola dota a sus Tauromaquias de un sentido infame, transmitiendo la tragedia del arte del toreo a través de un lenguaje heredero de Goya y Picasso, quienes ya plasmaron en sus grabados su particular visión sobre este tema. Según Fernando Castro, experto en la figura de Barjola, “Las visiones infames de Barjola, dotado de una capacidad increíble para captar la náusea existencial, tienen un ritmo obsesivo, retornando a lugares inhóspitos, sea la plaza de toros donde se produce el revuelo tras la cogida o el prostíbulo donde los cuerpos entregan, más que nada, repugnancia”. Barjola, quien supo sincronizar las corrientes del cubismo y el expresionismo, desarrolla en sus tauromaquias la dislocación de las figuras. Castro afirma “Barjola convierte sus tauromaquias en extrañas composiciones arremolinadas prestándole una enorme atención al tercio de varas. En estas tauromaquias catastróficas, el caballo está dispuesto casi siempre en el papel de la víctima propiciatoria, velozmente arrastrado hasta la muerte por una acción a la que es ajeno, una acción en la que el caballo es inocente. Por eso hay siempre gesto supremo de dolor, de protesta, de súplica”.
Juan Barjola es uno de los pintores españoles más destacados de la segunda mitad del siglo XX. Ya siendo niño se manifiesta su afición por el dibujo, lo que llevará a sus padres a orientarlo en el camino del arte. A los quince años Barjola llega a Badajoz para iniciar su formación, e ingresa en la Escuela de Artes y Oficios de la ciudad. Plenamente comprometido con su incipiente carrera, en 1943 se traslada a Madrid, donde cursa primero estudios en la Escuela de Artes y Oficios de la calle La Palma y, más tarde, en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. En paralelo, amplía su formación en el Museo del Prado, donde copia a Velázquez e interpreta a Goya, Brueghel, el Greco y el Bosco. En esta época, que finaliza en 1950, Barjola realizará una serie de trabajos académicos de corte naturalista, con temas tomados de la vida familiar, personajes de suburbio y otras escenas costumbristas. Hacia 1950 inicia una nueva etapa de corte post-cubista, tendencia imperante entonces en Madrid debido a la influencia que Daniel Vázquez Díaz ejerció sobre toda una generación. Barjola desarrollará por estos años imágenes facetadas, de tratamiento en planos y coloraciones azuladas y frías. En paralelo comienza a desarrollar una nueva etapa más constructiva, marcada por los colores terrosos. En 1957 Barjola debuta individualmente en la madrileña galería Abril, y ese mismo año celebra otras dos muestras personales más en Bruselas, en las galerías Theatre y Vallvora. Inicia entonces una brillante carrera expositiva que llevará su obra por Europa, Japón, Estados Unidos y Latinoamérica. Hacia 1958 inicia un corto aunque intenso periodo donde experimentará un lenguaje de tendencia abstracta en el que la materia pictórica asume el protagonismo del cuadro. La suya será ahora una obra marcada por gruesos y suntuosos empastes de sórdidas y oscuras coloraciones, que configuran bodegones abstractos y orgánicos. Es el momento de apogeo de la abstracción matérica liderada por Tàpies desde Barcelona. Un año más tarde, y sin desaparecer los gruesos empastes, las manchas orgánicas comienzan a resolverse en embriones humanos, siendo el resultado una vuelta a la figuración en línea con la corriente internacional iniciada por Francis Bacon. Barjola se convertirá así en el principal representante español de la Nueva Figuración.