ANTONI CLAVÉ I SANMARTÍ (Barcelona, 1913- Saint-Tropez, Francia, 2005).
“Paysage”, c. 1947.
Óleo sobre lienzo.
Adjunta certificado expedido por el Archivo Antoni Clavé.
Presenta sello al dorso.
Firmado en la zona inferior derecha.
Medidas: 50,3 x 61,2 cm; 51 x 62 cm (marco).
Esta pintura, realizada por Antoni Clavé hacia 1947, representa un paisaje urbano cuya estructura compositiva y tratamiento plástico revelan las búsquedas formales del artista en el periodo inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial. La escena, construida a partir de una superposición de planos cromáticos y fragmentos figurativos, muestra una visión parcialmente reconocible de un entorno arquitectónico urbano, al tiempo que se adentra en un terreno de marcada ambigüedad espacial y visual. La obra no se presenta como una representación fiel del lugar, sino como una evocación subjetiva, lírica e introspectiva de la ciudad.
El uso dominante de los tonos verdes y azulados genera una atmósfera nocturna o crepuscular, cargada de tensión y melancolía. La paleta cromática está puntuada por toques de rojo intenso y naranja, que funcionan como acentos visuales que dinamizan la composición y dirigen la mirada hacia ciertas zonas clave del lienzo. El cromatismo no busca reproducir la realidad visible, sino construir un lenguaje autónomo que articule ritmo, profundidad y emotividad.
Las formas arquitectónicas se presentan fragmentadas, angulosas y yuxtapuestas, lo que contribuye a la desestabilización del espacio pictórico y remite al influjo del cubismo y de la estética de la modernidad de entreguerras. Las edificaciones, los árboles desnudos y la figura del carro con caballos en primer plano emergen entre veladuras y capas pictóricas que otorgan a la obra una textura densa y matérica. En este sentido, Clavé hace evidente su dominio de la técnica mixta y su interés por el valor expresivo del trazo y la pincelada.
Este paisaje se inscribe en una etapa clave en la evolución de Antoni Clavé, cuando el artista, tras establecerse en París, comienza a explorar un lenguaje personal que conjuga las lecciones de la vanguardia con una sensibilidad poética propia. La obra manifiesta así la transición de Clavé desde la figuración hacia una abstracción lírica, y constituye un ejemplo notable de su capacidad para sintetizar forma, color y emoción en una visión singular del entorno moderno.
Estudió en la Escuela de Arte de Barcelona, trabajando luego como cartelista de gran éxito, en el diseño publicitario, en la decoración ornamental y como colaborador en la revista “Pocholo” (Vives, 1931). Al acabar la Guerra Civil española se exilió a Francia, primero en Perpiñán, luego en París (donde inicia su carrera como ilustrador y decorador de teatro) y después en Saint-Tropez. Durante la década de 1940 su obra muestra influencia de Bonnard, Vuillard, Rouault y, en especial, de Picasso, amigo suyo. Desde 1946 Clavé realizó numerosos diseños para ballet y teatro en París, Munich, Londres y Nueva York, dedicándose más a la ilustración en la década de 1950. En 1954 dejó de trabajar como diseñador de escenarios e ilustrador para dedicarse en exclusiva a la pintura, época ésta en la que su obra se vuelve más abstracta y enigmática y comienza a integrar en sus pinturas fragmentos de periódico, semejando un collage. En 1957 trabajó diseñando alfombras y desde 1960 también se dedicó a la escultura (bajorrelieves, esculturas de madera parecidas a tótems, etc., algunas de las cuales incorporaban objetos encontrados por el artista). Cuando se muda al sur de Francia, en 1965, su pintura empieza a volverse más y más oscura hasta llegar casi al negro total, empleando entonces técnicas pictóricas mixtas. A principios de la década de 1980 realizó una serie titulada “Homenaje a Picasso” y otra inspirada en la vida urbana neoyorkina. Conservan obra suya los museos de Bellas Artes de Bilbao, el de Picasso de Antibes, la Tate Gallery, el de Arte Moderno de París, el Reina Sofía de Madrid, etc.