JOAQUIN VANCELLS (Barcelona, 1907 – 1950).
Sin título.
Óleo sobre lienzo.
Medidas: 66 x 85 cm.
Esta pintura de Joaquín Vancells presenta un paisaje sereno y melancólico, propio de su sensibilidad modernista hacia la naturaleza. La escena se sitúa a la orilla de un río o lago tranquilo, cuyas aguas reflejan la luz y los tonos del entorno con un delicado juego de matices verdes y dorados.
A la derecha, un grupo de grandes árboles se erige con troncos oscuros y robustos, cuyas ramas desnudas y cargadas de hojas otoñales se proyectan hacia el cielo y el agua, creando un entramado de líneas orgánicas que aportan dinamismo a la composición. Las hojas, en tonos ocres, anaranjados y amarillos, anuncian la estación otoñal, mientras que en el fondo se perciben masas de vegetación más suaves, que se desdibujan entre la bruma y la luz tamizada del cielo.
El tratamiento de la atmósfera es uno de los elementos más logrados: una luminosidad difusa, casi velada, impregna la escena y potencia el efecto contemplativo. Vancells, atento a los efectos de luz y a la armonía cromática, combina la precisión naturalista con una mirada poética que busca captar la esencia espiritual del paisaje más que su mera reproducción.
Pintor paisajista activo durante la primera mitad del siglo XX, Joan Vancells desarrolló un lenguaje de herencia impresionista. Se dio a conocer a través de certámenes como el Primer Saló dels Independents Terrassencs de 1934, y también celebró exposiciones individuales. Ya tras su muerte, en 1960, la Sala Rovira le dedicó una exposición a su obra. Está actualmente representado en diversas colecciones particulares.
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