NOÉ CANJURA (Apopa, El Salvador, 1922 - Morienval, Francia, de 1970).
“El Abrazo”, 1950.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior izquierdo. Firmado y titulado al dorso.
Medidas: 114 x 66 cm; 132 x 85 cm (marco).
Esta obra un ejemplo conmovedor del arte latinoamericano de mediados del siglo XX, en el que se funden la expresión íntima, la raíz popular y la exploración plástica. En la escena, un hombre y una mujer, se funden en un gesto de ternura y recogimiento. Él la rodea con un brazo protector, inclinando el rostro sobre su cabeza, mientras ella, con los ojos cerrados, descansa sobre su pecho en un abandono confiado. El lenguaje pictórico de Canjura exalta la solidez de los cuerpos, que parecen esculpidos por la fuerza de las formas volumétricas, y al mismo tiempo transmite una honda fragilidad afectiva. Los tonos cálidos del fondo, en matices de ocres y rojos, generan un espacio cerrado y vibrante que envuelve a los personajes, intensificando la carga emocional de la composición. La luz, aplicada con pinceladas densas de verdes y amarillos sobre la ropa de la mujer, sugiere un fulgor interior, casi espiritual, que contrasta con la sobriedad del entorno.
Más que un simple retrato de pareja, la pintura se erige como un símbolo de humanidad y resistencia: el abrazo como refugio, como sostén mutuo frente a las dificultades. Se percibe la raíz social del artista, su preocupación por los temas esenciales de la vida y su capacidad de traducirlos en imágenes universales.
Noé Canjura fue un pintor salvadoreño que alcanzó reconocimiento internacional, siendo considerado uno de los más destacados representantes de la pintura centroamericana del siglo XX. Formado inicialmente en su país, emigró en 1949 a París con el apoyo de una beca, entrando en contacto con las corrientes artísticas de la posguerra. Su obra se nutrió tanto de las tradiciones de su tierra natal como de la influencia de la pintura europea moderna, especialmente el realismo social y el postimpresionismo.
Canjura cultivó un estilo personal en el que se combinan el dramatismo expresivo, el uso simbólico del color y la exaltación de figuras sólidas y monumentales, siempre vinculadas al mundo popular. Su producción refleja una doble pertenencia: la memoria de El Salvador, con su tierra, sus campesinos y sus costumbres, y la experiencia cosmopolita de Francia, donde consolidó su carrera y murió prematuramente en 1970.