JOSÉ MARÍA SERT (Barcelona, 1874 - 1945).
Sin título.
Óleo sobre tabla.
Medidas: 47 x 43cm; 71 x 66 cm (marco).
Formado con Benito Mercadé y Pere Borrell, Sert fue socio del Círculo Artístico de Sant Lluc, y posteriormente discípulo de A. de Riquer. En 1900 Torras i Bages le encarga una gran decoración mural para la catedral de Vic, de la cual presentó esbozos y telas preparatorias en 1905 y 1907 en Barcelona y París, de los cuales esta pieza es un ejemplo. A través de sus exposiciones en el extranjero, pronto adquirió un extraordinario prestigio entre la aristocracia francesa e inglesa, para las cuales realizó suntuosas decoraciones. En 1908 decoró la Sala de los Pasos Perdidos del Palacio de Justicia de Barcelona, y en 1910 presentó en el Salón de Otoño de París la decoración mural del salón de baile del marqués de Alella (Barcelona) y decoró la sala de música de la princesa de Polignac en París. Dos años después expuso un importante conjunto en el Salón de la capital francesa. En los años siguientes trabajó para la reina Victoria Eugenia (Santander) y para Robert Rotschild (Chantilly), y expuso individualmente en Londres, en la sala Agnew. En 1920 contrae matrimonio en París con Maria Godebska, “Misia”, musa del ambiente artístico parisino. Realizó nuevos murales para importantes casas en Park Lane (Inglaterra), Buenos Aires, Palm Beach y París, y en 1926 realiza, ante una gran expectación, una muestra en de sus obras para la catedral de Vic el Jeu de Paume de París. En 1927, con el apoyo de su amigo y protector Francesc Cambó, finaliza la parte principal de la decoración de la catedral, que quedará completa con la realización de los lunetos entre 1928 y 1929. En 1930 se le nombra académico de San Fernando, y en los años siguientes trabaja por todo el mundo, realizando importantes murales como los del Waldorf Astoria de Nueva York, la capilla del Palacio de Liria de Madrid o la sala del consejo de la Sociedad de las Naciones en Ginebra. Fue el más eminente pintor decorador de su tiempo, y su estilo se caracterizó por una gran imaginación al servicio de un lenguaje retórico influido por el orientalismo y el expresionismo de Goya.
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