EMILIO GRAU SALA (Barcelona, 1911 – París, 1975).
"Vista parisina”.
Óleo sobre tablex.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 60 x 73 cm; 91,5 x 105 cm (marco).
Esta pintura muestra un París crepuscular envuelto en una atmósfera húmeda y luminosa, rasgo habitual en los paisajes urbanos de Grau Sala, donde la ciudad se convierte en un escenario poético antes que en una representación literal. Las calles mojadas por la lluvia reflejan la luz mediante una pincelada vibrante, construida a base de tonos argénteos y plateados que se alternan con ocres cálidos, evocadores de hojas caídas y de la vida otoñal.
Sobre este escenario aparecen figuras negras silueteadas, apenas delineadas, avanzando bajo sus paraguas por un paseo arbolado típico de los barrios parisinos. Su presencia discreta introduce un ritmo humano sin restar protagonismo a la atmósfera del entorno. Las cafeterías con toldos rojos y las luces interiores de algunos locales actúan como focos de calidez cromática frente al cielo gris violáceo y las fachadas grisáceas, creando contrastes que enriquecen la profundidad de la escena.
La obra combina lirismo y elegancia, capturando un instante efímero de intimidad urbana con la sensibilidad cromática y la soltura gestual propias de Grau Sala, para quien París fue un motivo constante de inspiración y un territorio plástico donde conjugar luz, color y emoción.
Grau Sala se formó en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, aprendizaje que combinó con una formación esencialmente autodidacta. En 1930 realiza su primera exposición, en la galería Badriñas de la ciudad condal. Al estallar la Guerra Civil se traslada a París, y ese mismo año de 1936 obtiene el primer premio Carnegie. En los veinticinco años que permaneció en la capital francesa conoció de cerca las vanguardias, aunque se decantó siempre por una figuración colorista, derivada del impresionismo y el fauvismo. De hecho, pronto se dio a conocer en París como sucesor del espíritu y los valores impresionistas, directamente relacionados con Bonnard y Vuillard. El éxito de su estilo llevó a Grau Sala a dedicarse también a la obra gráfica y la escenografía. La gracia y finura de sus personajes, la vivacidad de los colores y la atmósfera elegante de los ambientes que plasmaba le hicieron cosechar grandes éxitos y reconocimientos por todo el mundo. Celebró diversas muestras individuales, sobre todo en Barcelona y París, pero también en ciudades como Nueva York, Toulouse, Londres o Los Ángeles. En 1963 regresó a Barcelona, cuando la anquilosada figuración de la España franquista empieza a ser contestada por Oteiza, Chillida, Tàpies y el colectivo “El Paso”. Sin embargo, él permanece fiel a su estilo, y hasta su muerte en 1975 trabajará dentro de su propia línea personal, centrada en sus temas favoritos, figuras femeninas, interiores y paisajes, en una ambientación temporal vagamente clásica, nostálgica del siglo XIX. Tras su muerte, y durante más de una década, Grau Sala quedó ensombrecido por las múltiples novedades que afluían en la España democrática, pero a partir de los años 90, el nuevo auge del coleccionismo de nivel medio relanzó a Grau Sala, al entenderle como intérprete en clave española del impresionismo. Se conservan obras de Emilio Grau Sala en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente y el Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea.
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