EMILIO GRAU SALA (Barcelona, 1911 – París, 1975).
"En el jardín”.1974.
Óleo sobre tablex.
Firmado en el ángulo inferior, firmado y fechado al dorso.
Medidas: 38 x 46 cm; 57 x 65 cm (marco).
En esta obra, Grau Sala despliega su sensibilidad colorista y decorativista, construyendo una escena en la que la figura humana se integra con naturalidad en un entorno vegetal vibrante. La composición presenta a una joven sentada en un jardín, acompañada por una niña que sostiene entre sus brazos una muñeca, convirtiendo la escena en un delicado instante doméstico, pero tratado con la distancia poética característica del artista.
El espacio del jardín está resuelto mediante una auténtica sinfonía de verdes, aplicados con una variedad de recursos pictóricos que enriquecen la textura: punteados, trazos cortos y nerviosos, manchas difusas y borrones cargados de pigmento. Esta diversidad técnica crea un tejido visual donde un ritmo cromático envuelve y acoge a las figuras. Entre ese mar de verdes, pequeños toques de naranja y ocre sugieren los árboles, y más al fondo, se adivina el tejado de una casa, apenas definido, que aporta profundidad sin romper el carácter decorativo del conjunto.
La joven, viste un traje a rayas resuelto con trazos direccionales que dan movimiento y cierto dinamismo gráfico propio de la estética moderna de Grau Sala. A su lado, la niña sostiene una muñeca cuyo vestido rojo se convierte en un punto cromático de intensidad, un acento que destaca sobre la gama verdosa del paisaje. Más que retratos, son presencias suaves que se disuelven entre los tonos del jardín, formando parte de una atmósfera lírica donde figura y naturaleza se funden por medio del color.
Grau Sala se formó en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, aprendizaje que combinó con una formación esencialmente autodidacta. En 1930 realiza su primera exposición, en la galería Badriñas de la ciudad condal. Al estallar la Guerra Civil se traslada a París, y ese mismo año de 1936 obtiene el primer premio Carnegie. En los veinticinco años que permaneció en la capital francesa conoció de cerca las vanguardias, aunque se decantó siempre por una figuración colorista, derivada del impresionismo y el fauvismo. De hecho, pronto se dio a conocer en París como sucesor del espíritu y los valores impresionistas, directamente relacionados con Bonnard y Vuillard. El éxito de su estilo llevó a Grau Sala a dedicarse también a la obra gráfica y la escenografía. La gracia y finura de sus personajes, la vivacidad de los colores y la atmósfera elegante de los ambientes que plasmaba le hicieron cosechar grandes éxitos y reconocimientos por todo el mundo. Celebró diversas muestras individuales, sobre todo en Barcelona y París, pero también en ciudades como Nueva York, Toulouse, Londres o Los Ángeles. En 1963 regresó a Barcelona, cuando la anquilosada figuración de la España franquista empieza a ser contestada por Oteiza, Chillida, Tàpies y el colectivo “El Paso”. Sin embargo, él permanece fiel a su estilo, y hasta su muerte en 1975 trabajará dentro de su propia línea personal, centrada en sus temas favoritos, figuras femeninas, interiores y paisajes, en una ambientación temporal vagamente clásica, nostálgica del siglo XIX. Tras su muerte, y durante más de una década, Grau Sala quedó ensombrecido por las múltiples novedades que afluían en la España democrática, pero a partir de los años 90, el nuevo auge del coleccionismo de nivel medio relanzó a Grau Sala, al entenderle como intérprete en clave española del impresionismo. Se conservan obras de Emilio Grau Sala en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente y el Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea.
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