Círculo de GIUSEPPE SANMARTINO (Nápoles, 1720-1793).
Escuela napolitana, ca. 1760.
"Cristo en la cruz".
Terracota policromada.
Presenta restauración en uno de los dedos de la mano izquierda y un orificio en la espalda.
Medidas: 42 x 30 x 15 cm.
Escultura del Settecento napolitano, perteneciente al círculo de Giuseppe Sanmartino, lo que se aprecia en el extremo verismo anatómico y en la fuerza plástica que logra transmitir el cuerpo yacente. Estamos ante un Cristo crucificado de tres clavos, pero con las extremidades inferiores descansando sobre una peana. Ello permite al escultor trabajar el torneado de los músculos y las rodillas de una manera poco ortodoxa, detallando asimismo las costillas que se hacen palpables bajo la piel, y el pulso que late en las venas de las muñecas. El detallismo extremo es característico de la escuela napolitana del periodo, que alcanzó gran virtuosismo en las reproducciones anatómicas, tanto en mármol como en madera o cerámica, como en este caso. Los cabellos caen sobre el enjuto rostro ladeado. Los dedos crispados y las palmas abiertas de las manos subrayan el dramatismo. Llagas y estigmas enfatizan el pathos característico de la imaginería napolitana.
Sanmartino tuvo una larga y fructífera carrera. Algunas de sus creaciones se exhiben en el Museo de San Martino de Nápoles.
Está considerado como uno de las más grandes personalidades artísticas de la escultura italiana del siglo dieciocho por la escultura Cristo Velado, realizada en mármol en 1753 para la capilla principesca de Santa Maria della Pietà, conocida como Capilla Sansevero en Nápoles. Hecha de un solo bloque de mármol, está considerada una obra maestra de la escultura del siglo xviii europeo y una de las mayores obras maestras de la escultura de todos los tiempos. El virtuosismo de este trabajo ha generado la leyenda que el alquimista Raimondo di Sangro había enseñado al escultor, la calcificación de los tejidos en cristales de mármol. Entre sus admiradores estuvo Antonio Canova, que trató de adquirir esta obra y que dijo que estaba dispuesto a dar diez años de su vida «para ser autor de esta obra maestra».