Escuela simbolista; finales del siglo XIX.
“Busto de Virgen”.
Óleo sobre lienzo.
Medidas: 35 x 27 cm.
Retrato del busto de una joven que se presenta de perfil al espectador, completamente ajena a su mirada. La dama cierra sus ojos y entreabre los labios en un gesto de gran misticismo. Un rasgo que queda potenciado por el juego lumínico que propone el artista, ya que el rostro de la protagonista queda en penumbra a pesar de que la luz incide en la escena a través de la zona superior derecha. Este juego de luces y sombras aporta una gran sutileza a las calidades de las telas, creando un efecto de gran delicadeza en los pliegues y leves ornamentos de la tela que cubre el pelo de la joven. Es este manto precisamente el que invita a pensar en la figura de la Virgen, a pesar de que la muchacha no es retratada con ningún atributo concreto que la defina.
Estéticamente la obra se enmarca dentro de la corriente simbolista que, partiendo de la literatura, definió un arte plenamente metafórico, que buscaba evocar significados ocultos a través de una elaborada retórica. Los simbolistas creían que el arte debía apuntar a capturar las verdades más absolutas, las cuales sólo podían ser plasmadas por métodos indirectos y ambiguos, y de ahí la constante referencia al símbolo y la metáfora. En el caso de este lienzo, el centro absoluto de la representación es su contenido poético, plasmado a través de una hermosa mujer.