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“San Cristóbal con el niño” Escuela sevillana, hacia 1700

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Escuela sevillana, hacia 1700.
“San Cristóbal con el niño”.
Madera tallada y policromada.
Medidas: 67 x 26 x 25 cm.
En esta talla de carácter devocional se encuentran representados San Cristóbal y el Niño. Cristóbal es un santo fabuloso, cuya leyenda

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DESCRIPCIÓN

Escuela sevillana, hacia 1700.
“San Cristóbal con el niño”.
Madera tallada y policromada.
Medidas: 67 x 26 x 25 cm.
En esta talla de carácter devocional se encuentran representados San Cristóbal y el Niño. Cristóbal es un santo fabuloso, cuya leyenda no se remonta más allá del siglo XI, originado por el desarrollo de su nombre, Cristóforo, que en griego significa “el que lleva a Cristo”. Originariamente, esta expresión se comprendía en sentido espiritual, como el que lleva a Cristo en su corazón. Más tarde se tomó en sentido material. Según la tradición popularizada durante el siglo XIII por la Leyenda Dorada, el hombre que había llevado a Cristo sobre los hombros sólo podía ser un gigante. Orgulloso de su fuerza, sólo accedió a servir al rey más poderoso del universo. Se puso al servicio de un monarca, pero al advertir que éste tenía miedo al diablo, lo dejó para servir a Satán. Decepcionado otra vez porque la vista de una cruz en un cruce de caminos bastó para derrotar al diablo, se comprometió a servir a Cristo, y para complacerlo se dedicó a ayudar a viajeros y peregrinos en el paso de un río peligroso. Una tarde se oyó llamar por un niño, que le pidió que lo cargase sobre los hombros; pero su carga se volvía cada vez más pesada. Tanto, que el gigante llegó con dificultad a la orilla opuesta. Entonces el niño se dio a conocer como Cristo. Para probárselo, pidió a Cristóbal que plantase su cayado en tierra, que enseguida se convirtió en una palmera cargada de frutos.
En el entorno sevillano, el siglo XVI fue una época de enorme auge económico y, por tanto, también artístico, y es en el último cuarto de esta centuria cuando fija su residencia en esta ciudad Juan Martínez Montañés, la que está considerada como una de las principales figuras de la escuela escultórica sevillana y cuyo estilo unía un cierto clasicismo con, ya, un leve barroquismo. Además, su taller fue una especie de “escuela de formación” de artistas que darían forma al barroco sevillano en escultura: es preciso mencionar a Juan de Mesa, Alonso Cano (ambos como introductores de un mayor barroquismo), etc. En el segundo tercio del siglo XVII José Arce o Aertz introduce formas más del barroco berninesco, y Pedro Roldán es la cabeza y jefe de un importante taller familiar (destacando también su hija María Luisa Roldán, su nieto Pedro Duque y Cornejo, etc.). Más hacia finales, se suelen destacar a Francisco Ruiz Gijón, Benito de Hita y Castillo, José Montes de Oca (siguiendo aún formas de Montañés), etc.Este tipo de obras fueron muy habituales en el Barroco, con el objetivo principal de llegar al fiel a través del sentimiento, y si bien también se realizaron para iglesias y oratorios privados, fueron unas tallas muy comunes en conventos femeninos por considerarse en el siglo XVII que ciertos temas no eran apropiados para la sensibilidad de las mujeres.

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