Torso de un militar con clámide. Imperio romano, s. II d.C.

Torso de un militar con clámide. Imperio romano, siglo II d.C.
Mármol.
Procedencia:
- Gorny & Mosch, Munich, Auktion 137, 15 de Diciembre de 2004, lote 144.
- Fortuna Fine Art, Ltd., New York, 2009.
- Colección particular, New York (EE. UU.), adquirido del anterior, el 12 de Mayo de 2011.
En buen estado de conservación, sin restauraciones.
Medidas: 71,2 cm (altura).
Torso de una escultura de bulto redondo a tamaño natural, tallada en mármol, representando a un personaje masculino. Luce pantalones, coraza de cuero y clámide, una combinación poco común que únicamente se encuentra en las representaciones de militares de alto rango de los relieves históricos de las épocas de Trajano y Antonino Pío, en la primera mitad del siglo II d.C. El trabajo escultórico es magnífico, aunque se hayan perdido las partes más delicadas de la obra, como son la cabeza y las manos. Los pliegues de la clámide son pesados, muy expresivos, y se curvan en paralelo sobre el pecho y en forma de V hacia las rodillas, aportando monumentalidad a la figura, un aire solemne y heroico propio del personaje representado. Quizás la referencia para esta forma de representar la clámide, cayendo verticalmente y ocultando el cuerpo por completo, sean ciertas representaciones griegas del dios Hermes, de las que se conservan copias romanas. La coraza queda oculta debajo del manto, aunque aparece trabajada con cuidado y detalle, con gran atención al juego volumétrico. Sobre la rodilla que se conserva, el fino pantalón se arruga acentuando el leve movimiento de la pierna. La parte trasera de la escultura presenta los volúmenes únicamente esbozados y la superficie sin pulir, lo que indica que se trata de una obra para ser vista frontalmente, pensada en ser colocada frente a un muro o en un nicho u hornacina. Los mandos militares romanos utilizaron la coraza tradicionalmente junto a la clámide, prenda esta última que ya vestía la caballería en Grecia. Sin embargo, el uso de pantalones es mucho más tardío. Aunque en tiempos de Cicerón esta prenda era rechazada por los romanos por ser propia de bárbaros (era identificativa de los galos), con la expansión del imperio su uso comenzó a extenderse entre las tropas romanas por razones prácticas, especialmente en los campos de batalla del norte.