Mathieu Lustrerie

MATHIEU LUSTRERIE
Lámpara de techo “La grosse boule”, c. 1980.
Vidrio.
Medidas: 100 cm (diámetro).
La lámpara de techo “la grosse boule” fue una creación de Régis Mathieu. Como afirma la marca este diseño ha sido creado “ Siguiendo la tradición de los candelabros desde finales del siglo XVII, las cuentas ensartadas constituyen un tema predilecto en el arte de la iluminación lujosa. Sabemos, por la historia de las artes decorativas, que este bordado luminoso se fue desarrollando con el tiempo, reflejando primero la luz de las velas, y más tarde la del gas y la electricidad. Nos mantenemos fieles a esta maravillosa técnica, que con justicia puede considerarse una verdadera alta costura de la luz, y al mismo tiempo nos esforzamos por incorporar los desarrollos más innovadores en las fuentes de iluminación contemporáneas”
Fundado en 1948 por Henri Mathieu en el barrio de Chutes-Lavie en Marsella, el taller Mathieu Lustrerie ha vinculado desde sus orígenes su nombre al arte de la luz. Esta empresa familiar provenzal, especializada en la creación de candelabros, parecía destinada a desaparecer ante la creciente hegemonía de tecnologías más modernas como los halógenos. Sin embargo, durante la década de 1970, Henri Mathieu desarrolló una innovadora colección de luminarias compuestas por láminas de aluminio cepillado, en las que la luz es tratada como una auténtica escultura. Esta visión transformadora, que fusionaba funcionalidad y expresión artística, marcó un punto de inflexión en la historia del taller.
Tras el fallecimiento prematuro de Henri en 1982, la dirección del taller pasó a manos de su esposa, Yvette, quien continuó con determinación el legado de su marido. A comienzos de la década de 1990, con tan solo diecinueve años, su hijo Régis Mathieu asumió la dirección de la empresa. Movido desde la infancia por una profunda fascinación por los "objetos bellos", comprendió de inmediato que su destino estaba estrechamente ligado a la historia y al patrimonio.
Con una clara visión internacional, Régis Mathieu expandió la presencia del taller hacia mercados estratégicos como Estados Unidos y Oriente Medio, consolidando una clientela prestigiosa atraída por el refinamiento del estilo francés. Su incansable búsqueda de la excelencia lo condujo a colaborar estrechamente con responsables de monumentos históricos, con quienes desarrolló un saber hacer único. Estas colaboraciones, siempre en estrecho diálogo con arquitectos especializados, le permitieron no solo perfeccionar técnicas de restauración y creación, sino también inscribir su trabajo en una continuidad patrimonial que confiere a sus realizaciones una dimensión atemporal.