Jorge Oteiza

JORGE OTEIZA ENBIL (Orio, Guipúzcoa, 1908 – San Sebastián, 2003).
“Poliedro abierto con módulo de luz”, 1976.
Alabastro. Ejemplar 3/6.
Adjunta certificado expedido por el artista.
Obra reproducida en Badiola Txomin., “Oteiza. Catálogo razonado de escultura”, Volumen III. p. 487.
Firmada, fechada y justificada.
Medidas: 15 x 14,05 x 15 cm.
La evidente abstracción de la obra de formas rectas, rotundas y francas dota a esta escultura de un sentido lirico que se fundamenta en una estética de carácter telúrico. Sin embargo, como en la totalidad de las esculturas de Oteiza, la obra es el resultado de un exhaustivo estudio. El circulo perforado es un condensador de luz, los cortes transversales son un catalizador lumínico y el alabastro es un material cuidadosamente escogido por sus cualidades traslucidas, de hecho, fue recurrente en la obra de Oteiza como se observa en su icónica obra Homenaje a Paul Klee (1955- 1956). Llamados módulos de luz, estas obras cuya investigación dio comienzo en la década de los 50, son el resultado de las indagaciones espaciales y en el tratamiento de la proyección espacial de la escultura por ausencia de masa.
Como señala la Fundación Juan March “En el conjunto de su obra se aprecia, con enorme coherencia, lo que el propio Oteiza denominó un “propósito experimental” que le condujo a investigar sobre las cualidades del espacio real. Para ello empezó abriendo el interior de las figuras, haciendo canaladuras y perforaciones en la masa, reflexionando sobre el hueco, para llegar a destilar una expresividad carente de significación que se plasma en un repertorio formal inédito en los años cincuenta”.
Jorge Oteiza es uno de los artistas vascos fundamentales del siglo XX, así como uno de los más influyentes. Los ecos de su obra son perceptibles, a partir de los años cincuenta y hasta nuestros días, en la obra de numerosos escultores, pintores y arquitectos. De formación autodidacta, Oteiza inició su carrera realizando esculturas dentro de la órbita del expresionismo o del primitivismo iniciado por Gauguin, Picasso y Derain. Tras una larga estancia en Sudamérica, el escultor va desarrollando, en el plano teórico y en el práctico, los fundamentos de su estética, y va sacando el escultor “natural” que llevaba dentro, dando los pasos necesarios para convertirse en un artista que controla sus mecanismos y herramientas. Esta aventura intelectual quedará plasmada en textos como la “Carta a los artistas de América” (1944) o “La interpretación estética de la estatuaria megalítica americana” (1952). Por estos años ejercerá la docencia en la Escuela de Cerámica de Buenos Aires. A finales de los años cuarenta regresa a España, y en su obra la influencia de la escultura masiva y monolítica sufre un proceso de desmaterialización. A comienzos de los cincuenta, Oteiza se encuentra inmerso en una investigación abstracta, e inicia lo que denomina su “Propósito Experimental” (1955), experimentando en la línea del constructivismo. En 1957 presenta su obra en la Bienal de São Paulo, siendo galardonado con el premio extraordinario de escultura. Dos años más tarde, entendiendo que había alcanzado su fase conclusiva, Oteiza abandona la actividad escultórica. Así, durante los años sesenta y setenta se dedica a la investigación de la lengua vasca y de las manifestaciones populares de su pueblo. En 1988 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. Actualmente está representado en la Fundación Museo Jorge Oteiza de Alzuza, el Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el MACBA, los Guggenheim de Bilbao y Nueva York, las Fundaciones Telefónica y Caixa Galicia y el Museo Patio Herreriano de Valladolid, entre otras colecciones tanto públicas como privadas.