Escuela italiana; segunda mitad del s. XVII.

Escuela italiana; segunda mitad del siglo XVII.
“Venus desarmando a Marte”,
Óleo sobre lienzo. Reentelado antiguo.
Presenta etiquetas al dorso.
Posee faltas en la superficie pictórica.
Medidas: 98 x 111 cm.
La voluptuosidad de las formas de la protagonista, y la sensualidad de las mismas nos indican que se trata de la representación de la diosa Venus. Situada en el centro de la composición esta se encuentra rodeada de todo un sequito de amorcillos que la rodean y la agasajan. La diosa que mira a uno de los amorcillos que sostiene una flecha, señala con su mano hacia una zona de la composición donde se puede apreciar parte del cuerpo de un personaje masculino, además en la zona inferior se aprecian los relucientes destellos de una armadura. Característica que indica que el hombre puede ser Marte. A pesar de que Venus estaba casada con el dios Hefestos, esta se inició en una relación con el Dios Marte, quien al verla había quedado enamorado. Iniciando así un cortejo. Todas las noches mientras Hefestos trabajaba los dos amantes se reunían. Esta historia es narrada por el aedo Demódoco en la “Odisea” de Homero, quien cuenta que fue el dios del sol, Helios, quien descubrió a los amantes una noche en que se demoraron demasiado. El dios alertó entonces a Hefestos, quien se enfureció y dispuso sobre la cama una sutil red metálica invisible, que sólo podía manejar él mismo, y que tenía el poder de inmovilizar incluso a los dioses. Así atrapó a los amantes en la siguiente ocasión, y llamó entonces al resto de los dioses para que fuesen testigos del adulterio, pensando humillarlos. Algunos comentaron la belleza de Afrodita, otros que se habrían cambiado gustosos por Ares, pero todos se burlaron de ellos. Cuando la pareja fue liberada, Ares huyó a su Tracia natal y Afrodita marchó a Chipre.
Formalmente en esta obra domina la influencia del clasicismo romano-boloñés de los Carracci y sus seguidores, una de las dos grandes corrientes del barroco italiano, junto al naturalismo caravaggista. Así, las figuras son monumentales, de rostros idealizados y gestos serenos y equilibrados, en una representación idealizada cuya base parte de los cánones clásicos. También la retórica de los gestos, teatrales y elocuentes, netamente barrocos, es algo típico del clasicismo italiano del XVII. Cabe señalar asimismo la importancia del aspecto cromático, muy pensado, entonado y equilibrado, centrado en gamas básicas en torno al rojo, el ocre y el azul. También la forma de componer la escena, con un ritmo circular y cerrada por un lado mientras se abre a paisaje por el otro, es típico de esta escuela del clasicismo barroco. Sin embargo, pese al dominio de lo clásico se advierte una cierta influencia del naturalismo, especialmente en el aspecto lumínico. Así, la luz aunque es natural es dirigida, centrada en la escena principal y dejando el resto en penumbra, diferenciando así los diferentes planos del espacio y centrando la atención del espectador en la escena.