Escuela de París. Principios del s. XX.

Escuela de París. Principios del siglo XX.
"Ensoñación".
Ceras sobre papel.
Firma ilegible.
Medidas: 65,50 x 50 cm.

En esta escena íntima y vaporosa, asistimos a un momento suspendido entre la representación figurativa y la ensoñación. Tres figuras femeninas —apenas delineadas entre velos de color— se agrupan en un espacio interior que parece flotar fuera del tiempo. No hay contornos firmes, ni jerarquías espaciales definidas. Todo se funde en una atmósfera cálida y sensorial que apela directamente a la intuición más que a la lógica visual.

El tratamiento pictórico revela de inmediato las claves de la Escuela de París, ese crisol artístico que a comienzos del siglo XX congregó en la capital francesa a creadores de todo el mundo, deseosos de romper con la tradición académica y explorar nuevas vías expresivas. Esta pintura, con sus pinceladas sueltas, su uso emotivo del color y la evocación de lo cotidiano con una sensibilidad poética, conecta especialmente con artistas como Pierre Bonnard, Édouard Vuillard o incluso Marie Laurencin, quienes indagaron en la intimidad doméstica y la figura femenina desde una óptica moderna, sensual y subjetiva. La materia pictórica se muestra suelta, rica en texturas, con colores empastados que vibran entre sí. Rosas, naranjas, violetas y verdes se entremezclan en una sinfonía cromática que recuerda tanto al fauvismo más contenido como a la herencia impresionista reinterpretada desde el simbolismo. No se busca aquí la fidelidad visual, sino una verdad emocional, una sugerencia más que una afirmación.

La escena probablemente representa un interior burgués: un salón o dormitorio con cortinas, cojines y tapizados, que más que enmarcar, envolven a las figuras, como si fueran parte del mobiliario emocional del espacio. Las mujeres —una de espaldas, otra apenas esbozada, una tercera con rostro oculto— no interactúan entre sí, sino que parecen sumidas en sus pensamientos o en una coreografía silenciosa. Este tratamiento introspectivo, casi onírico, es característico de cierta pintura moderna que exploró la soledad compartida, la vida privada y la psicología femenina sin caer en el dramatismo ni en la narración explícita.

Este movimiento no fue una escuela en sentido estricto, sino una denominación para artistas activos en París durante las primeras décadas del siglo XX, especialmente en Montparnasse. Incluía tanto a franceses como a numerosos artistas extranjeros (judíos de Europa del Este, españoles, italianos, rusos, etc.), que buscaban libertad creativa en el ambiente abierto y vanguardista de la capital francesa. Esta obra responde a esa sensibilidad común: libertad formal, lirismo, subjetividad y una mirada íntima y no narrativa sobre lo cotidiano. No hay denuncia ni idealización, sino una invitación a detenerse en lo sensorial, en la experiencia visual como un hecho autónomo.