Joan Miró i Ferrà

JOAN MIRÓ I FERRÀ (Barcelona, 1893 – Palma de Mallorca, 1983).
"Porteur de l’eau III", 1962.
Litografía sobre papel, ejemplar 26/75.
Firmado y numerado a mano.
Posee ligero foxing.
Presenta certificado en el reverso.
Medidas: 57 x 79 cm.

Porteur de l’eau III pertenece a una etapa clave en la evolución del lenguaje gráfico de Joan Miró, en la que el artista profundiza en la síntesis entre figura, signo y espacio. La obra presenta una estructura compositiva basada en líneas negras de trazo gestual y textura irregular, que configuran una figura esquemática, casi arquetípica, suspendida en un espacio abierto y silencioso.

El motivo central evoca de forma poética la figura del “portador de agua”, no desde una representación narrativa, sino mediante signos esenciales que sugieren equilibrio, carga y movimiento. Las formas circulares, conectadas por líneas verticales, remiten tanto a recipientes como a cuerpos u órganos simbólicos, mientras que los acentos de color —rojo, amarillo y verde— actúan como puntos de energía visual y emocional dentro de la composición.

El negro, dominante y estructural, establece el armazón de la imagen, mientras que el color aparece aplicado con economía y precisión, reforzando el carácter lúdico y simbólico de la obra. El fondo claro, prácticamente neutro, amplifica la sensación de ingravidez y convierte el espacio en un campo mental, más que físico, una constante en la obra de Miró desde finales de los años cuarenta.

En esta litografía se aprecia el equilibrio entre automatismo y control consciente: el gesto parece espontáneo, pero la disposición de los elementos revela una composición cuidadosamente pensada. La aparente simplicidad formal encierra una compleja red de asociaciones simbólicas, abierta a múltiples lecturas, una de las señas de identidad del artista.

La litografía fue para Miró un medio de experimentación privilegiado, que le permitió explorar nuevas texturas, densidades y relaciones entre línea y color. En los años sesenta, su obra gráfica alcanza una autonomía plena, situándose al mismo nivel que su pintura y su producción escultórica.

Realizada en 1962, Porteur de l’eau III refleja un momento de madurez creativa en el que Miró transforma una figura ancestral y cotidiana en un símbolo universal, cargado de poesía, equilibrio y libertad formal.