Escuela española, s. XVII

Escuela española, siglo XVII,
Magdalena penitente.
Óleo sobre cobre.
Medidas: 16 x 11’5 cm.; 29 x 24’5 cm.
Una agreste cueva es el escenario donde el pintor sitúa a la santa, una mujer vestida con una túnica que resbala por su cuerpo revelando un esbelto y blanco hombro y un manto rojo. La santa presenta largos cabellos de tono dorado cobrizo, aureolados por un nimbo, y se arrodilla ante unas piedras que sirven de sostén a un crucifijo y un libro abierto. La mujer mantiene abierto el libro con la mano derecha, mientras que en la izquierda sostiene un flagelo. Se trata, muy probablemente, de María Magdalena, una de las santas que gozó de mayor devoción desde época tardoromana y hasta la actualidad. El Nuevo Testamento la incluye como una de las más fieles seguidoras de Cristo, pero su figura se mezcló bien pronto con algunas otras de las mujeres que tuvieron contacto con Jesús, como la prostituta arrepentida o la María hermana de Marta y Lázaro. La iconografía de la santa se nutre tanto de los pasajes evangélicos como de los añadidos medievales a su leyenda. Entre estos últimos se cuenta el retiro de Magdalena al desierto, donde permaneció orando y haciendo penitencia durante buena parte de su existencia. Es este el episodio de su vida que refleja la pintura. La santa se ha retirado a un solitario paraje donde se sume en la meditación y la mortificación corporal. Como es habitual en la pintura española del siglo XVII, el pintor emplea una técnica naturalista, de intenso claroscuro, con una composición clara y directa. Un foco de luz exterior a la composición ilumina fuertemente el tema principal, la figura de la santa, dejando en penumbra el entorno. Pese a que se trata de un tema devocional, el artista no deja de lado el aspecto sensual: María Magdalena es una mujer joven y bella, aunque de expresión algo atormentada.