Escuela Alemana; c. 1614.

Escuela Alemana; c. 1614.
“Retrato de Johanna Megirus”.
Óleo sobre tabla.
Posee marco holandés antiguo.
Medidas: 26 x 18 cm; 55 x 48 cm (marco).
En esta obra el artista inmortaliza la figura de Johanna Megirus (Tübingen, 1593-1638) quien fue la única hija del Doctor jurista y Rector de la Universidad de Tubinga, David Megirus, y de la primera esposa de éste, Johanna Graseck. En enero de 1615, pocos meses después de pintarla en este retrato, con 20 años de edad, fue condenada a prisión por el Senado Académico de la Universidad, en un rápido proceso ejemplificante, al haber quedado embarazada, antes del matrimonio, de Isaac Andler, hijo de otro notable profesor en Derecho del mismo Colegio. El padre del futuro niño y aquellos que facilitaron los encuentros amorosos de la pareja, también fueron a la cárcel. Se suavizaron las duras condiciones carcelarias, trasladándola a una cámara de la propia Universidad y, próxima al parto, con la ayuda política de su padre, que era también consejero del Elector Juan Segismundo de Brandeburgo, su pena le fue conmutada por una sanción económica. Caso con Isaac ese mismo año, naciendo su primer hijo Johann David, el mes de abril. Tendrían dos hijos más.
El retrato, sigue el modelo propio de la época constatando así los cánones estéticos del retrato barroco. En él la protagonista se dispone en el centro de la escena y muestra su busto largo, pero levemente girado en tres cuartos enmarcado en un fondo neutro del que solo se aprecia un plegado cortinaje, como es habitual. En la zona superior izquierda se encuentra el nombre y titulación de su padre, el año en que es pintado y la edad de la protagonista. La protagonista se muestra vestida con jubón de terciopelo negro, sobre un vestido claro, que aparece en su parte inferior: gorguera y puños rematados en puntillas. El cuello queda adornado con gran cadena de oro, que armonizan con los pendientes de perlas. La joven se muestra con las manos entrelazadas, ambas agarrando un guante de caballero. El autor nos muestra cierto candor de la protagonista al introducir de forma anecdótica el perro faldero que se apoya en la falda intentando reclamar la atención de su dueña.