Escuela italiana; segunda mitad del s. XVIII.

Escuela italiana; segunda mitad del siglo XVIII.
“Alegoría de las artes y las ciencias”.
Óleo sobre lienzo (x2). Reentealados.
Medidas: 64 x 96 cm (x2).
Estas dos pinturas de la escuela italiana de la segunda mitad del siglo XVIII representan un refinado ejemplo de alegoría ilustrada, donde las artes y las ciencias son celebradas dentro de un contexto idílico y arcádico. En ambas composiciones se observa una clara voluntad de integrar el ideal ilustrado con el lenguaje visual del rococó tardío, recurriendo a escenarios clásicos en ruinas, jardines cultivados y figuras elegantemente ataviadas que participan de actividades intelectuales y culturales, emblemas del conocimiento y la civilización.
La primera escena representa una reunión de personajes en actitud galante y conversacional, rodeados de columnas y ruinas clásicas, evocando la pintura de conversación que tanto se desarrolló en Europa en este periodo. Las figuras femeninas, relajadas pero atentas, se acompañan de instrumentos musicales, libros o simplemente gestos de diálogo, lo que permite leer esta escena como una alegoría de las artes, en particular de la literatura, la música y la pintura. La presencia del paisaje cultivado y los elementos arquitectónicos en decadencia subrayan el contraste entre la naturaleza domesticada y la herencia cultural de la Antigüedad, eje central del pensamiento ilustrado.
En la segunda imagen, el tema se desplaza hacia una exaltación de las ciencias. Los personajes, también vestidos con ropajes refinados, interactúan con instrumentos científicos: telescopios, esferas armilares, compases y mapas, todos ellos símbolos del saber empírico y racional. La escena conserva el mismo tono elegante y decorativo que la anterior, pero está centrada en la exploración y la observación, presentando la ciencia como una actividad no solo útil, sino también placentera y armoniosa. El ambiente continúa siendo pastoral, pero sugiere un orden ilustrado donde la razón, la curiosidad y la educación ocupan el lugar de las pasiones.
Desde el punto de vista técnico, ambas obras muestran una ejecución ágil y decorativa, propia del estilo rococó en su fase final. La pincelada es suelta, con toques de color brillantes en los ropajes y una paleta cálida que resalta sobre fondos suavemente atmosféricos. El tratamiento del paisaje y la arquitectura, aunque no busca la precisión topográfica ni anatómica, cumple una función narrativa y simbólica eficaz, enmarcando a las figuras humanas dentro de un espacio idealizado. La composición se organiza en diagonales abiertas que invitan a la mirada a recorrer la escena con ligereza, creando un efecto de placentera continuidad.
La elección de estas temáticas alegóricas en la pintura italiana del siglo XVIII responde a un momento de transición cultural en el que las academias de arte, impulsadas por el ideario ilustrado, promovían la integración de las bellas artes y las ciencias dentro de un mismo horizonte formativo. Lejos de los dramas religiosos o las gestas heroicas barrocas, este tipo de obras celebra una visión del mundo armónica y cultivada, reflejo de una élite ilustrada que aspiraba a reformar la sociedad a través del conocimiento y la sensibilidad.
Estas pinturas, aunque no necesariamente obras maestras en términos de factura individual, adquieren una importancia notable dentro del panorama artístico de su época por su capacidad de sintetizar visualmente los ideales intelectuales del siglo XVIII. Representan no solo un gusto estético, sino también una postura ética y filosófica que sitúa a las artes y las ciencias como fundamentos esenciales de una civilización avanzada y humanista.