Maestro flamenco u holandés, ca. 1600
"Retrato de dama".
Óleo sobre tabla de roble.
Marco del siglo XIX siguiendo modelos del XVII.
En la esquina superior izquierda de la obra se encuentra el emblema familiar, que incorpora el lema "PLUS PENSER QVE DIRE" (Más pensar que hablar). Esta máxima, extraída de un poema del siglo XV, fue un lema popular que muchas familias adoptaron como propio durante los siglos XVI y XVII.
Medidas: 66 x 50 cm; 87 x 71 cm. (marco).
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Procesando el loteHISTORIAL DE PUJAS
DESCRIPCIÓN
Maestro flamenco u holandés, ca. 1600.
"Retrato de dama".
Óleo sobre tabla de roble.
Marco del siglo XIX siguiendo modelos del XVII.
En la esquina superior izquierda de la obra se encuentra el emblema familiar, que incorpora el lema "PLUS PENSER QVE DIRE" (Más pensar que hablar). Esta máxima, extraída de un poema del siglo XV, fue un lema popular que muchas familias adoptaron como propio durante los siglos XVI y XVII.
Medidas: 66 x 50 cm; 87 x 71 cm. (marco).
Este retrato de dama de la corte es una obra magistral que captura la esencia de la transición entre el Renacimiento tardío y el Barroco temprano en los Países Bajos.
Estilísticamente, y por su elevada calidad, se aprecia el aura de influencia de Michiel Jansz van Mierevelt (1567–1641), tanto en la atención preciosista en la reproducción de los detalles, de las texturas de las telas y los encajes. Mierevelt fue el retratista más prolífico e influyente de Delft.
La dama, captada de medio cuerpo, lleva un suntuoso traje, en el que destaca la lechuguilla tipo "rueda de molino" que enmarca el rostro. Este tipo de cuello, almidonado y con pliegues precisos, era un símbolo de estatus extremo (pues imposibilitaba el trabajo manual) y es característico de la moda española que influyó en Flandes y Holanda hasta bien entrado el siglo XVII. La cofia transparente que adorna su cabello pelirrojo también era típico de las mujeres de alta cuna, y ambas piezas orlan el óvalo facial enfatizando la rigidez altiva de la dama.
Dicha rigidez en la postura y la mirada directa pero distante de la dama son sellos de identidad del taller de Mierevelt. Este maestro estableció este estándar de retrato sobrio pero riquísimo en detalles que agradaba a la burguesía protestante.
Sus rasgos son delicados, de labios finos y delineados, carnaciones claras animadas por un ligero arrebol, cejas perfiladas y frente despejada. La mirada azul es desafiante. El cuerpo del traje ostenta la textura del damasco o del terciopelo negro, y las mangas abullonadas de seda plateada con ribetes bordados en oro constituyen el contrapunto lumínico con sus brillos argénteos.
La joven lleva pulseras de cuentas rojas, probablemente coral. En aquella época, el coral se usaba no solo por estética, sino como amuleto protector contra enfermedades o el mal de ojo.
Sostiene una flor en su mano derecha. En el lenguaje pictórico de la época, esto solía simbolizar la fragilidad de la vida (Vanitas), la belleza efímera o, en el caso de que se tratara de un retrato de compromiso, la virtud y la promesa de matrimonio. En su cintura parece colgar un pomander (una esfera perfumada), un accesorio de lujo que servía para oler bien en una época de higiene escasa.
La inscripción "PLUS PENSER QVE DIRE" (Más pensar que hablar) en la esquina superior izquierda es sumamente significativa: refleja la virtud estoica de la prudencia y la discreción, cualidades que se esperaban de una mujer noble. El hecho de que esté pintado sobre la tabla indica que la identidad moral de la retratada era tan importante como su apariencia física.
La obra se adscribe al estilo de la Escuela de Delft y La Haya. Además de Mierevelt, cabe citar a Paulus Moreelse (1571–1638), quien fue alumno de Mierevelt, activo principalmente en Utrecht.Aunque Moreelse desarrolló más tarde un estilo más suelto y pastoral, sus primeros retratos (ca.1600-1610) son muy difíciles de distinguir de los de su maestro. Sus retratos femeninos tempranos presentan claras concordancias con el que licitamos.
Otro autor clave de referencia para situar esta obra es Jan Antonisz van Ravesteyn (ca. 1572–1657), célebre por pintar indumentarias ricas y gorgueras complicadas con un realismo pre-fotográfico. Este dato además de la forma en que están pintadas las mangas y los puños de encaje de nuestra dama enlaza claramente con la técnica de Ravesteyn. El autor solía dar a sus figuras un aire aristocrático y estático, muy similar a la pintura licitada.
En definitiva, esta obra es un ejemplo sobresaliente de retrato oficial del Siglo de Oro temprano. No busca la introspección psicológica (como haría Rembrandt) ni el movimiento expresivo (como Frans Hals), sino que busca documentar la posición social, la riqueza y la virtud moral del sujeto.
Es muy probable que el autor sea un miembro del taller o un seguidor directo de Mierevelt, ya que la obra cumple con todos los requisitos del estilo oficial que él y sus contemporáneos (Moreelse y Ravesteyn) impusieron en los Países Bajos a principios del siglo XVII.
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