Círculo de José Risueño

Círculo de JOSÉ RISUEÑO (Granada, 1665 - 1732).
"Virgen con Niño".
Madera tallada y policromada. Círculo de José Risueño
Medidas: 76x 42 x 52 cm.
Singular pieza devocional, de considerables dimensiones. Se trata de una talla de bulto redondo que representa a la Virgen con el Niño Jesús sobre su regazo. Se trata de una escultura de gran calidad, apreciable tanto en la talla como en la policromía, conservándose en gran medida los detalles en dorado y los pigmentos de la original. Suntuosos detalles a modo de estrellas son reproducidos con gran delicadeza, cubriendo completamente la túnica, que se extiende sobre el regazo de María y cae en hondos drapeados. El tema de la Virgen representada con el Niño Jesús, y más concretamente con éste en su regazo, sentado o de pie, tiene su origen en las religiones orientales de la Antigüedad, en imágenes como la de Isis con su hijo Horus, pero la referencia más directa es la de la Virgen como “Sedes Sapientiae”, o trono de Dios, en el arte cristiano medieval. Poco a poco, con el avance del naturalismo, la Virgen pasará de ser un simple “trono” del Niño a revelar una relación de afecto, a partir del periodo gótico. Desde entonces las figuras irán adquiriendo movimiento, acercándose la una a la otra, y finalmente desaparecerá el concepto de trono y con el papel secundario de la Virgen. De este modo, la imagen se convertirá en ejemplo del amor entre María y su Hijo, una imagen de ternura, cercana, pensada para conmover el ánimo del fiel

Estéticamente la pieza se acerca a la obra del pintor y escultor granadino, hijo del también artista Manuel Risueño, José inició su formación en el taller paterno con los escultores Diego y José de Mora y el pintor Juan de Sevilla, todos ellos discípulos de Alonso Cano, cabeza e iniciador de la escuela granadina del barroco. A lo largo de su vida Risueño realizó una abundante producción artística de temática religiosa, caracterizada por la conjugación de la influencia de los modelos de Cano con el gusto por el naturalismo y el uso para construir sus composiciones de estampas flamencas de Van Dyck. Gozó de un gran éxito en vida, y de hecho fue protegido por destacados personajes de la Iglesia y trabajó en la fábrica de la catedral de Granada, lo que le garantizó el flujo de encargos. Su principal protector será, desde 1693, el arzobispo Martín Azcargorta, y será precisamente desde entonces cuando el artista alcance la madurez de su lenguaje y su maestría. Realizará importantes obras como el Cristo del convento de San Ángel o la Inmaculada del altar de la catedral de Granada, si bien su obra más famosa, y también la última que realizó, fue la serie de dieciséis figuras que componen el retablo mayor de San Ildefonso. La escultura de José Risueño se caracteriza por las figuras menudas, el virtuosismo técnico de influencia rococó y la calidad de sus policromías, dado que era también pintor. Cabe señalar que no sólo trabajó la talla en madera sino también la piedra y la terracota, para realizar retablos, portadas y fachadas de iglesias, la mayor parte de ellas en su Granada natal. Como pintor realizó importantes obras religiosas como “La coronación de Santa Rosalía” y “Los desposorios místicos de Santa Catalina”, en la catedral de Granada, y colaboró con Palomino en la ejecución de “El triunfo de la Eucaristía y San Bruno” de la cúpula del Sagrario de la cartuja granadina. Asimismo, realizó retratos como el de su protector Azcargorta (Palacio Arzobispal, Granada). Actualmente se conserva obra de José Risueño en el Museo del Prado (obra en depósito en el Provincial de Lugo), el Museo de Bellas Artes de Granada, el Victoria & Albert de Londres y otras colecciones, tanto públicas como privadas.