DESCRIPCIÓN
SEBASTIÁN MARTÍNEZ DOMEDEL (Jaén, hacia 1615 – Madrid, 1667).
“San pedro penitente”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Presenta faltas en la superficie pictórica.
Medidas: 43 x 34 cm.
En esta pintura devocional, el rostro del apóstol Pedro se dirige al cielo, interpelando la intervención divina. En sus rasgos se evidencia la factura característica del pintor barroco Martínez Domedel, cuyos modelos masculinos avejentados, resueltos con impronta naturalista e iluminados sus rostros por brillantes ojos acuosos, se repiten en varias composiciones. La luz cenital modela con destreza las facciones de pómulos salientes y barba encrespada. Cabe comparar la intensa expresividad de este modelo con los que el pintor empleó en los Evangelistas de la Catedral de Jaén. En concreto, la definición del rostro y la expresividad recuerdan mucho al San Lucas. Las arrugas que surcan la frente han sido resueltas en un estilo que identifica el de Martínez Domedel. El especialista Rafael Mantas Fernández (Instituto de Estudios Jienenses. Jaén, 2019) define así su quehacer: "derrocha grandes cualidades pictóricas en la definición de las anatomías de sus imágenes sagradas, las cuales encarnan a personajes reales tomados de la calle...con una tensión psicológica, que incitaba a la oración al fiel del siglo XVII, cumpliendo a la perfección los postulados tridentinos de la época".
Sebastián Martínez Domedel es situado por Palomino en Jaén, formándose con Antonio García Reinoso. Su estilo es ecléctico y está marcado por una fuerte influencia de la pintura naturalista y por las concomitancias de otros artistas contemporáneos como Antonio del Castillo, Alonso Cano o José de Ribera. Su formación se inicia en Jaén en el taller de su padre, donde adquiere los conocimiento básicos del arte de la pintura. Pudo completar sus estudios con el pintor local Cristóbal Vela Cobo. Posteriormente se traslada a Córdoba, estancia que supuso el enriquecimiento de su estilo entrando en contacto con artistas de la época. Transcurridos los años de aprendizaje se convirtió en poco tiempo en el pintor más afamado de la ciudad de Jaén. En torno a las décadas de 1650 y 1660 alcanzó la madurez de su estilo, siendo requerido por importantes instituciones religiosas y por destacadas personalidades civiles de la sociedad del siglo XVII. Los últimos años de su vida transcurren en Madrid donde será nombrado pintor de cámara de Felipe IV, se enriquecerá su repertorio de imágenes y de soluciones compositivas tras contemplar las obras de importantes artistas en los Reales Sitios y sobre todo en el Real Monasterio del Escorial.