GIUSEPPE RECCO (Nápoles, 1634 – Alicante, 1695).
“Bodegón con pescado, cerámica y copa de vino”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Presenta restos de etiqueta al dorso.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 100 x 82 cm; 117 x 100 cm (marco).
En este lienzo el autor nos ofrece un bodegón arraigado en la tradición barroca del género, tanto por su composición como por el tratamiento cromático y lumínico, el cuidado de las calidades y la pincelada precisa y detallista revelan la maestría del autor. Como ocurría con muchos de los pintores del barroco, especialmente los holandeses, aquí vemos los elementos que componen el bodegón dispuestos de forma desorganizada, aunque clara, sobre una superficie plana que discurre en paralelo al margen inferior del cuadro. Además, siguiendo esta misma tradición, el bodegón se sitúa en primer término, sobre un fondo neutro y oscuro que acota el espacio, centrando nuestra mirada en lo que el pintor considera más importante. Mientras durante la primera mitad del siglo el bodegón es ordenado y claro, de estética clasicista, las obras de la segunda mitad del siglo presentan unas características bien diferentes, fruto de la evolución estilística hacia el pleno barroco, dejado ya atrás el clasicismo dominante de principios de siglo. En obras como la que aquí presentamos se mantiene el gusto por el naturalismo, que lleva al autor a describir minuciosamente no sólo los detalles, sino también a transmitir sus diferentes calidades táctiles.
El estilo de la obra pertenece a una estética definida dentro del círculo artístico del pintor Giuseppe Recco, quien fue uno de los bodegonistas más influyentes de Nápoles. Su formación estuvo vinculada a su familia, que también se dedicaban a la pintura, se cree que su educación artística comenzó en Lombardía. Su obra se caracteriza por un lenguaje naturalista, vinculado con el tenebrismo y los contrastes de color, centrado especialmente en la temática del bodegón, en la cual exploró una gran multiplicidad de elementos. A lo largo de su carrera artística trabajó para numerosos nobles y viyerres españoles que se encontraban en Nápoles, dicha labor le llevo a ser requerido por Carlos II, sin embargo, murió en el viaje de llegada a España. uy apreciada dentro del mercado del anticuariado, así como entre los coleccionistas y los historiadores del arte, la escuela bodegonista napolitana del barroco gozó de un espectacular desarrollo, dejando atrás los fastos del siglo XVI y progresando dentro de un estilo plenamente barroco y claramente identificable. Artistas como Tommaso Realfonso, Nicola Casissa, Gaspare López, Giacomo Nani y Baldassare de Caro continuaron la tradición local especializándose en la pintura de flores, frutas, peces y piezas de caza, satisfaciendo así la demanda de una vasta clientela caracterizada por un nuevo gusto propio del siglo XVII. A estos autores hay que añadir asimismo las figuras menores, que lentamente van emergiendo de un injusto olvido, y algunos artistas que trabajaron a caballo entre los siglos XVII y XVIII, como Francesco della Questa, Aniello Ascione, Nicola Malinconico, Gaetano Cusati, Onofrio Loth, Elena y Nicola Maria Recco, Giuseppe Ruoppolo y Andrea Belvedere. Estos pintores napolitanos de naturalezas muertas, que trabajaron durante el siglo XVII y principios del XVIII, son llamados “i generisti”, y tuvieron importancia no sólo dentro de su propio entorno sino también, y especialmente, en España, donde el desarrollo del género estuvo claramente marcado por la influencia italiana, en concreto por la aportación de la escuela napolitana. Actualmente esta escuela es considerada una de las más destacadas dentro de la naturaleza muerta del barroco. El signo distintivo de los pintores napolitanos del barroco fue siempre su fuerte carácter naturalista y su cálido cromatismo, con dominio de los rojizos y terrosos.