DESCRIPCIÓN
FRANCISCO RIBALTA (Solsona, Lleida, 1565 – Valencia, 1628).
“San Simón”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Obra reproducida en: Gómez Frechina, J.: Maestros del Barroco español. Museo de BB. AA. de Murcia, Murcia 2020, cat. nº 3 p. 18.
Presenta restauraciones sobre la superficie pictórica.
Medidas: 109 x 87 cm; 124,5 x 104 cm (marco).
Escena devocional que representa la figura de un hombre ataviado con túnica marrón y manto ocre. La figura se muestra al espectador a través de su postura con una actitud piadosa. Para ello eleva su rostro hacia arriba y dirige su mirada hacia el cielo, en actitud de clemencia. Inscrito en un exterior, la pieza destaca por su austeridad, tanto en la concepción del paisaje, como de la figura que sigue una composición triangular que influencia clásica. La representación de este religioso, probablemente eremita y el libro, sumado a las dimensiones de la obra, nos indica que seguramente fuese una pintura que perteneciese a un clico mayor, formado por las figuras religiosas, santos o apóstoles. Gracias al color de la túnica y el manto, la pluma que se encuentra sobre las rocas y el libro que sostiene abierto entre sus manos, se puede deducir que se trata de la representación de Simón el Zelote o Simón el cananeo o Simón el cananita. Fue uno de los apóstoles de Jesús. Para distinguirlo de Simón Pedro, se le llama Cananeo , según el manuscrito (Mateo 10: 4 Marcos 3:18), y en la lista de apóstoles en Lucas 6:15, repetido en Hechos 1:13, Zelotes, el "Fanático".Podemos enmarcar esta obra dentro del círculo de Francisco Ribalta, pintor formado entre el manierismo escurialense y el natusralismo que, a partir de la década de 1610, evolucionará tomando un sesgo intimista y profundo, muy acorde con el talante más piadoso de la Contrarreforma, inspirándose en la gravedad solemne de ciertos modelos de Sebastiano del Piombo que conoció en la propia Valencia. Ribalta supo compaginar estas influencias con un lenguaje naturalista y directo para el que se mostró especialmente dotado. También su cromatismo se tornó más contenido y sobrio, y sus figuras perdieron en gesticulación para ahondar en intensidad expresiva. Desde la segunda década del siglo trabajaron con él su discípulo Vicente Castelló y su hijo Juan Ribalta, formando los tres un sólido y prolífico equipo artístico, en el que a veces no resulta fácil distinguir sus individualidades. En torno a 1618 Ribalta cae enfermo, y en este momento se inicia su última etapa, la más madura de su producción. Pintará menos obras, pero su estilo se torna más intenso y emotivo, adentrándose en un naturalismo profundo de conmovedora fuerza, como se aprecia en su gran cuadro “Abrazo de san Francisco al Crucificado”, pintado para los capuchinos de Valencia hacia 1622. Seis años más tarde moriría Francisco Ribalta, y pocos meses también su hijo Juan, dejando trazadas en la pintura valenciana pautas que perdurarían durante mucho tiempo, condicionando el desarrollo del estilo barroco. De hecho, Ribalta fue, junto a Velázquez y Ribera, uno de los principales fundadores del lenguaje naturalista en España.