DESCRIPCIÓN
ELISEO MEIFRÈN ROIG (Barcelona, 1857 – 1940).
“Marina”, 1888.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho.
Presenta ligeras faltas y craquelé.
Medidas: 60 x 120 cm; 81 x 140 cm (marco).
Eliseo Meifrén plasma en esta pintura una naturaleza subjetiva, de influencia romántica. Escoge un día de cielo ominoso cargado de nubes, buscando una atmósfera fría, crepuscular y misteriosa que dota a la naturaleza de un especial lirismo. Existe un desarrollo de la profundidad espacial; el espacio está perfectamente construido en el primer plano, con calmadas aguas que sirven de escenario a un plano intermedio con grandes rocas; actuando de telón de fondo, un escenario borroso y confuso, como cubierto por una densa niebla. En los primeros planos la pincelada de Meifrén es densa y precisa, y construye las formas en base al cromatismo, rico y variado, y a los cambios de luces y sombras, sutiles y muy estudiados.
Discípulo de Antonio Caba en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, tras finalizar sus estudios pasa un tiempo en París, donde coincide con el inicio público del impresionismo y conoce la pintura a “plen air”. Regresa en 1879 a Barcelona y, ese mismo año, obtiene la medalla de oro en la Exposición Regional de Valencia. Al año siguiente debuta individualmente en la sala Parés de Barcelona, donde seguirá exponiendo con regularidad desde entonces. Formó parte del grupo de los modernistas, y frecuentó Els Quatre Gats. Aunque también se dedicó al retrato, Meifrèn fue eminentemente paisajista y marinista. Fue uno de los descubridores de las posibilidades pictóricas de Cadaqués, y también solía pintar los paisajes mallorquines (fue director de la Escuela de Bellas Artes de Palma). Realizó diversos viajes en busca de nuevos paisajes, sobre todo a Francia pero también a Canarias, Bélgica, Italia y Estados Unidos. Realizó exposiciones en Barcelona, Madrid (1881), Chicago (1893), París (1899), Bruselas (1910), Santiago de Chile (1910), Buenos Aires (1910), Ámsterdam (1912) y San Francisco (1915), entre otras muchas ciudades de todo el mundo. Su estilo partió del realismo detallista que dominaba a finales del XIX en la escuela catalana, para ir poco a poco evolucionando hacia el impresionismo, un lenguaje que no será del todo evidente en su obra hasta sus últimos años. A lo largo de su carrera obtuvo multitud de premios, entre los que destacan las primeras medallas en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid (1906) y en la de Barcelona (1896), el premio Nonell de la ciudad condal (1935), la medalla de bronce en la Exposición Universal de París (1888) y los grandes premios de las Exposiciones Internacionales de Buenos Aires (1910) y San Diego (1916). En 1952, el Ayuntamiento de Barcelona le dedicó una muestra retrospectiva, celebrada en el Palacio de la Virreina. Está representado en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el MACBA de Barcelona y el Thyssen-Bornemisza, entre muchos otros.